Durante los últimos cinco años, al Gobierno le tocó bailar con la bella.
Bonanza era su nombre, bella como la mujer del otro, criada, con mucho esfuerzo y sacrificio, por sus padres y abuelos, hasta volverla una muchacha exuberante, brillante y fecunda, por gracia espontánea y recursos naturales.
Durante cinco años MAS y Bonanza bailaron apechugados, al son de ritmos autóctonos y dulces a los oídos del pueblo (Nacionalización, fue el “hit” del momento), rodeados de los aplausos de los amigos, el coro bien afinado de fiscales y jueces, la envidia de unos pocos y la alegría de los que recibían promesas, bonos y retórica sin fin. También se escucharon ritmos caribeños, cual canto de sirena, y temas estridentes, como “juicios de responsabilidad” o “lucha a la corrupción”… de los opositores.
El MAS se aprovechó de Bonanza, pero no supo conservarla. Se dedicó a gastar insulsamente, mientras ahorraba dinero en Suiza. Hasta un lujoso avión y un satélite le compró y un tren bala le prometió, pero la mantuvo improductiva y sin esperanza.
Ahora Bonanza se ha ido. Las malas lenguas dicen que se ha ido a bailar en otros países vecinos, donde saben tratarla, respetarla y cuidarla.
Ahora al MAS le toca bailar con la fea. Su nombre es Crisis y su semblante hace honor a la ley de Parker: “La belleza es epidérmica, pero la fealdad llega hasta los huesos”.
Algunos dicen que ha llegado de lejos, otros que la trajo el viento y hasta hay quienes insinúan que la fea es la misma bella, estropeada por su galán. Será por el desgaste de los años que pasan, será por la contaminación del medioambiente, tal vez por la falta de ejercicios físicos o la comida chatarra, lo cierto es que Bonanza se esfumó y la relevó Crisis.
Varios amigos de antaño, incluyendo a movimientos sociales, han preferido dejar el baile -sin miedo, pero a su propio riesgo- a seguir danzando con Crisis.
La música se ha vuelto aburrida y repetitiva, ni que decir del baile: Un paso adelante y dos atrás. Es la danza del “gaso-reculazo”, acompañada por la orquesta “Los intocables”.
Crisis es realmente fea y más fea se hace con el tiempo. Ya no se producen en el país lociones a base de petróleo e importarlas cuesta caro, sin contar a los vivos que se dedican a revenderlas al extranjero en mamaderas. Bonanza, antes de marcharse, dejó muchos frascos de espray, herencia de sus padres. Ese gas sigue vendiéndose a Brasil y Argentina, pero su precio no compensa el de las lociones importadas, ni se incrementa su producción. Por otro lado, parece que esos vecinos tienen suficientes espray propios, de modo que el futuro se vuelve incierto.
Dicen que el azúcar más amargo es el que no hay. Mientras el MAS bailaba con Bonanza, descuidaba el agro; el clima tampoco fue favorable y la imprevisión hizo su parte.
Curiosamente, hoy nuestra estrella baila con la fea, mientras los vecinos lo hacen con sus bellas, ante la rabia de quienes vimos las muchas oportunidades que se perdieron durante los cinco años de Bonanza.
Por desgracia, como reza el refrán, la fealdad, a diferencia de la belleza, dura: Crisis llegó para quedarse y seguir bailando con su inexperto galán a sus ritmos pedantes. ¡Si por lo menos cambiaran los músicos!
(*) Físico y miembro de www.columnistas.net
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