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Sábado 05 de febrero de 2011

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Revista Tu Espacio

PORTAL DE LA SABIDURÍA

Nuestra Morada Planetaria

05 feb 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: El Alquimista

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Nuestro hermoso planeta azul llamado “Tierra” por sus habitantes y “Urantia” por el concierto de hermanos del Cosmos es un SER vivo como nosotros, que vibra siente y se va transformando en el tiempo-espacio en su proceso evolutivo, cumpliendo su destino dentro del sistema Solar, que es nuestra familia estelar, con nuestro padre el Sol y nuestra madre el espacio infinito. Lo único diferente son las dimensiones y la frecuencia vibratoria; nuestro planeta experimenta un latido cada ochenta años y es de tamaño descomunal con relación a nosotros.

Nosotros los seres vivos en la faz de la Tierra somos al planeta como las bacterias o virus al cuerpo humano. Las diferentes familias de seres vivos, cual órganos del cuerpo planetario servimos a su economía como transformadores de energías cósmicas necesarias para la vida del orbe. Cada familia de seres vivos capta determinados tipos de energías de la madre espacio, transformando y pasándolas al organismo planetario para que puedan ser utilizadas en los procesos de vida que experimenta nuestra morada planetaria y al mismo tiempo recibimos energías telúricas del interior y las emitimos al espacio en un intercambio armonioso de equilibrio energético necesario para el sostenimiento del universo.

El cuerpo planetario también se enferma y se defiende de las agresiones que recibe. El calentamiento global y las catástrofes naturales que estamos experimentando en estos tiempos son una reacción natural del sistema inmunológico del planeta que sube su temperatura y activa sus mecanismos de auto-defensa para erradicar el mal que le están causando ciertos organismos que habitamos su faz.

Por ignorancia de las leyes universales los humanos que fuimos llamados a ser reyes y reinas de la creación nos hemos convertido en sus verdugos. Sistemáticamente estamos contaminando el aire de nuestra atmósfera, tan vital combustible para nuestras vidas, transformándolo en irrespirable. Con nuestra frenética expansión industrial estamos destruyendo la capa de ozono, ese escudo de protección natural que filtra cierta radiación solar nociva para la vida. Estamos haciendo desaparecer los bosques naturales, tan importantes para la purificación ambiental. Estamos derrochando y contaminando las aguas vitales del planeta, llenándolas de deshechos y sustancias destructivas quedándonos cada vez con menos reservorios de este elemento de vital importancia para la subsistencia planetaria. La contaminación de las tierras por la inmensurable cantidad de deshechos y basura que generamos y la irracional explotación de los recursos naturales debido al exagerado consumismo está destruyendo la capacidad regenerativa del planeta.

El órgano enfermo es la humanidad, inconsciente y destructiva. Los focos infecciosos son los centros urbanos que producen esta grave enfermedad que se denomina: Egoísmo, falta de amor, carencia de sabiduría y virtud, producto del divorcio del hombre con las leyes de la madre naturaleza y sus ciclos naturales; enfermedad que se manifiesta como: Lujuria insaciable, orgullo desmedido, codicia avasalladora, envidia infranqueable, ira exacerbante, pereza indomable y gula lacerante, los siete pecados capitales, tan reales y prolíficos en la psiquis humana.

Hace millones de años atrás existía un hermoso planeta llamado Malona, el quinto del sistema solar, ubicado entre Marte y Júpiter. En él floreció una pujante humanidad que se desarrolló en forma muy parecida a la nuestra, divorciándose cada vez más de las leyes universales y desarrollando en forma frenética y voraz el Ego en sus psiquis. Explotaron en forma abusiva e irracional los recursos naturales de su planeta. Desarrollaron una carrera armamentista impresionante debido al temor, y contaminaron su morada planetaria al extremo de hacer insostenible la vida en él. Un día fatídico entraron en guerra global debido a la codicia avasalladora, al odio destructivo y el orgullo desmedido llevándolos al extremo de activar todas sus armas los unos contra los otros, partiendo a su planeta en millones de pedazos, que ahora constituyen el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, mudo testigo de la inconsciencia humana llevada al extremo.

No sigamos ese camino de autodestrucción. Entremos en contacto con la conciencia planetaria y vivamos en armonía con ella siempre conscientes de que somos un solo espíritu con ella. Utilizando sabiamente los recursos naturales, sin depredarlos, viviendo en abundancia todos como hermanos, compartiendo toda la riqueza natural en beneficio de todos por igual. Desarrollemos amor y sabiduría, transformando los siete pecados en virtudes para vivir todos como una gran familia planetaria, amorosa y pacífica, feliz y plena en perfecta armonía y equilibrio con nuestra morada planetaria que tiene un hermoso espíritu al cual debemos conocer y crecer junto con el por los tantos caminos del amor. A ese espíritu le dieron varios nombres: Melquisedek, Gob, Arbarman, Kitichi, Changam. No importa el nombre que le demos, lo que importa es entrar en contacto con él y ser parte consciente de este maravilloso mundo llamado “Tierra”, construyendo un paraíso en su faz y un edén en su alma.

Fuente: LA PATRIA
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