Lunes 31 de enero de 2011
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Recientes estudios realizados por ecólogos dieron como resultado que los animales tienen un mecanismo interno para la regulación de la población. Ninguna especie se reproduce sin medida ni meta. La cantidad de nacimientos no se limita desde fuera, sino a través de una medida interna. En consecuencia, la caza no sólo es inútil, sino que es totalmente innecesaria.
El ser humano estorba la armonía interna de la naturaleza, destroza los lazos sociales de los animales, destruye sus lugares de descanso y zonas de alimentación y desencadena migraciones fuera de su ritmo natural.
En el caso de los jabalíes los cazadores apuntan primero a la hembra, que tiene en la manada un papel de líder. Al cazador le tiene sin cuidado si con ello se interrumpe y destruye la estructura social de los animales. En el caso de las liebres, éstas se retuercen despavoridas de dolor, gritando como bebés. Entonces se acerca el cazador y la golpea hasta matarla. Así se podría seguir relatando como lo hacen con los corzos, gamos, perdices, pajarillos, etc.