Como se observa es casi nada lo que nos deja enero el primer mes de la nueva gestión política vigente en el país, pues desde el gasolinazo de diciembre y la puesta en retro de la medida al comenzar el año han quedado consecuencias sumamente complicadas para una población que todavía no entiende el por qué de lanzar disposiciones sin que se haya pensando en los efectos que causarían de uno u otro modo en la economía popular.
Pero lo hecho y lo deshecho, hecho está y ahora hay que pensar en crear una adecuada estrategia que frene en seco y, cuanto antes mejor, la ola especulativa que amenaza generar reacciones violentas de quienes se sienten afectados con los precios altos y sus salarios comprimidos. Lo que ocurrió en Llallagua es una advertencia que no debe pasar desapercibida para el Gobierno.
Si bien se han expresado algunas ideas fuera de lo común y las mismas son posiblemente el resultado de serenas reflexiones por parte del Presidente hay que convenir en que tales exhortaciones a “unir esfuerzos entre todos, a eliminar las broncas y trabajar por el desarrollo, priorizando la agenda socio-económica del país” todavía están en duda, pero esa oferta puede considerarse lo más saliente de enero con la esperanza de que se materialice en los próximos meses en un clima de armonía y sin presiones, ni persecuciones políticas.
Por lo demás hay que insistir en un “golpe de timón” que aplique el “capitán” de la gran embarcación estatal para enderezar el rumbo de un viaje complicado que puede hacerse cada vez menos dificultoso al adoptarse ciertas previsiones que cumplidas adecuadamente, terminarían con la incertidumbre del pueblo generando un clima de confianza apropiado para desarrollar todos los proyectos que están en la expectativa ciudadana.
Enero transcurrió inexorablemente y con esa velocidad del tiempo presente que nos coloca en la disyuntiva de trabajar sin pausas, aprovechando todo espacio posible para desarrollar a lo largo y ancho de la Nación esos planes que esperan desde hace mucho y que para la mayoría de los bolivianos deben ser parte de ese “cambio” tan mentado y tan postergado.
En el caso particular de Oruro comenzará otro mes y es justamente el que nos permite reavivar nuestros sentimientos cívicos, además de seguir manteniendo la esperanza de que “este año tendremos un buen regalo y además justo por parte del Gobierno central”, dado que varios aniversarios sólo nos entregaron promesas y hasta cheques sin fondos para congratularnos.
Han quedado varios problemas de enero, persiste la especulación, falla el sistema de distribución de Emapa, todavía no se concilian criterios entre el oficialismo y la oposición, persiste el anuncio de los “mini gasolinazos” pero sin una estrategia conjunta que evite otra disparada inflacionaria. Falta poner en práctica la oferta presidencial de “menos broncas y más producción”, para eso se necesita recuperar un clima de certidumbre que sólo el Gobierno puede mostrar con medidas concretas, con políticas definidas que muestren avance en las intenciones de dialogar, debatir, analizar y luego consensuar ideas sin confrontaciones, priorizando las tareas productivas, incentivándolas y facilitando su ejecución, antes que alentando odios, rencores y soberbia.
Basta ya de enfrentarnos, empecemos otro mes renovando nuestros ideales en una Bolivia con democracia, respeto a los derechos ciudadanos, con más fuentes de empleo y con menos incertidumbre.
Fuente: LA PATRIA
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