Cada ciudadano tiene su propia “mochila” cargando sus problemas y aumentando el peso con algunas cargas adicionales provenientes del Gobierno, lo que significa un sobrepeso en el manejo de ese cúmulo de responsabilidades.
Las consecuencias de la carga financiera que ha generado el Gobierno, con una medida mal calculada, es la causa de los problemas actuales de escasez de algunos productos y la especulación generalizada en precios de la mayoría de los alimentos, inclusive en los que vende en sus tiendas Emapa.
Parece que el problema no es simplemente de cambios en políticas internas, es evidente que ciertos problemas son producto de las presiones que ejercen las economías de países desarrollados y cuyos efectos se sienten con mayor intensidad en naciones como la nuestra que sigue en vías de desarrollo, aunque la definición no nos guste.
Frente a este tipo de cosas, que son parte de nuestros males, agravados por políticas erróneas y la preeminencia circunstancial de alentar un “proceso de cambio”, que difícilmente se dará en las condiciones vigentes, es importante definir un “cambio del proceso”, de manera tal que su efecto modifique el modelo que se mantiene todavía priorizando la politiquería interna y postergando la urgente necesidad de revitalizar el sistema productivo nacional devolviéndole su plena capacidad de sostenimiento y crecimiento.
La crisis mundial nos afecta con mayor dureza a los bolivianos, no estamos preparados como Brasil o Chile, que confrontan problemas pero tienen una serie de programas para contrarrestar los efectos de la presión e inclusive enfrentarla y anularla… nosotros estamos resolviendo los dimes y diretes de la política tradicional, desgastando fuerza e imagen del Estado boliviano que se ha convertido en perseguidor de opositores, en lugar de promotor de inversiones.
Mucho se habla de nuestra economía (de reserva) en macrocifras que representa de verdad un interesante respaldo financiero, pero como ya lo han dicho los dirigentes de los movimientos sociales “no es posible vivir con cifras anotadas en papeles o en pizarras” el pueblo quisiera sentir, aunque levemente, el efecto de esa macroeconomía en sus bolsillos, de manera que rebaje el peso de las medidas y se cumpla minímamente la oferta para “vivir mejor”.
Si hay algo que debe rescatarse de la última experiencia es simplemente reconocer, como lo han expresado los propios movimientos sociales, que cuando se afecta el estómago del pueblo éste reacciona en defensa del derecho de supervivencia, así sea con restricciones y bajo las más adversas condiciones.
Será bueno al encarar otro año de gestión que los gobernantes asuman la responsabilidad de otorgar atención particularizada al tratamiento de la “agenda social” que prioriza la creación de fuentes de empleo para fortalecer el sistema productivo, sin politizar la economía y más bien economizando el tiempo que se pierde en la política partidista, aumentando el peso de medidas en la mochila del pueblo.
Fuente: LA PATRIA
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