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Domingo 23 de enero de 2011

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Cultural El Duende

Desde mi rincón:

Vargas Llosa

23 ene 2011

Fuente: LA PATRIA

TAMBOR VARGAS

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Primera de dos partes

Últimamente el escritor Vargas Llosa ha gozado de una atención especial. ¿La causa? Haber sido distinguido con el premio Nobel de literatura. Sucede cada año con el agraciado: unas veces se subraya lo cuestionable de la elección; otras, su justificación; otras, todavía, la recompensa de una larga y paciente (?) espera. Quedan todavía los escritores a quienes la muerte ha impedido la rectificación de una presunta omisión, olvido o voluntaria marginación. Y hemos de añadir lo que rara vez mencionan los que suelen mencionar todo lo anterior: el silencio sueco (nunca tan oportuna aquella expresión de ‘hacerse el sueco’) declarado contra ciertas lenguas en bloque, a cuyos escritores jamás ha considerado dignos de que se les otorgue su premio. ¿Por qué? Hay quien dice que porque sus obras no andan traducidas al inglés (¡presuntamente la única lengua en que se informan los académicos de Estocolmo!); otros, que es efecto de la peregrina idea de que administra una presunta justicia literaria mundial, con la servidumbre de ir atendiendo unas imaginarias ‘cuotas’ por continentes o países o lenguas.

Pero volvamos a Vargas Llosa. Desde el día que se hizo público el anuncio (7 de noviembre) no ha cesado la polémica; y ésta se ha inflamado todavía más a partir del día en que el escritor peruano ha leído su solemne discurso (7 de diciembre). Ya era de prever. Como también lo era la forma en que iban a dividirse las opiniones. Y cuál sería la materia en que los bienpensantes le caerían al novelista. Los satisfechos pondrían el énfasis en el escritor de novelas y en la calidad literaria de éstas. A los indignados contradictores les escocería (y cocearían contra) las opiniones políticas emitidas por enésima vez por el escritor (particularmente, su denuncia de las falsas democracias vigentes en Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia). Todo perfectamente conocido, pero especialmente urticante para los incorregibles: esta vez lo repetía bajo los focos encendidos de la atención mundial.

En Bolivia también se han podido oír y leer algunas voces; en general, se han adherido al esquema mundial. Un señor Álvaro García lo ha calificado de “ignorante” y “fracasado”, aunque tuvo la generosidad de reconocerlo un “gran literato”; por su parte, el presidente masista esta vez ha sido parco de palabras, calificando el premio mismo de “sospechoso” (dizque por estar –el premio– al servicio del imperialismo; por tanto, también quienes lo reciben). Estas salidas sólo pueden sorprender a los despistados (sean de nacimiento o por conveniencia); en cambio, sí que a uno le llama la atención que quien se cree ‘famoso’ escritor (Taboada Terán), para opinar descalificatoriamente sobre Vargas, haya tenido que hacer una defensa de la indianidad de Evo Morales, sin decir una sola palabra sobre los quilates de la obra literaria del premio Nobel. ¿Sorprendente? No precisamente, pues ya hace muchos años (exactamente, en enero de 1987) pude comprobar cómo entiende Taboada la libertad de opinión, pues, dirigiendo él el suplemento literario del diario cochabambino “Hoy”, acusó por arte de magia a Vargas de no haber seguido las instrucciones de los cubanos sobre el destino político de los dólares del premio Rómulo Gallegos; su noción de libertad de opinión consistió en dejar ‘extraviar’ la réplica que le fue entregada para publicar. No hace falta reseñar la lista de otras voces bolivianas que han cantado las glorias literarias y políticas de Vargas Llosa, pues son fácilmente imaginables.

Volvamos a Vargas Llosa y a su discurso de marras. El premiado pesó en balanza de laboratorio la proporción necesaria entre las líneas dedicadas a comentar la función de la literatura en la historia humana y las destinadas a dejar constancia de su credo político. Ha quedado dicho que lo segundo ya lo había proclamado en miles de ocasiones; pero decirlo una vez más en aquel contexto de la Academia de Ciencias de Estocolmo, era algo inédito. Es más interesante comprobar cómo se organizan los amores y los odios que genera su nombre.

En primer lugar encontramos a quienes, de Vargas, sólo les interesa un aspecto: a unos la escritura literaria, quedando indiferentes ante sus convicciones políticas; a otros, exactamente al revés: simpatizan con Vargas por su concepto liberal de la política; pero les tienen sin cuidado sus novelas.

A continuación, nos topamos con quienes se muestran incapaces o inapetentes de separar ambas caras de la personalidad del premio Nobel: ya sea porque, discrepando políticamente, también han de desahuciar su obra literaria (dando por supuesto que quien piensa políticamente así, no puede ser un buen literato); ya sea porque se deleitan con su escritura novelesca y también se sienten impulsados a comulgar con su dogmática economicopolíticosocial (quien escribe así, ha de acertar en ideología política).

Continuará

Fuente: LA PATRIA
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