Al desandar, recorrer las huellas dejadas, -si acaso quedaron ellas- retornar siempre sobre el tiempo en un intento quizá utópico de estrechar lo que se fue, de retenerlo en el pecho y contener la nostalgia de lo que se marchó para siempre.
Oruro es, mucho más de lo tangible, de lo que se pueda sentir, de lo que se pueda mirar, lo que antes no supimos ver u observar con detenimiento. Pero, los años, las nieves del tiempo, la serenidad de la madurez nos abre el entendimiento y la vista.
La entrada a la ciudad está cambiando con un arte en latón, perpetuando el carnaval sus figuras, sus maestrías. Sus endiabladas figuras cruzamos a pié, porque el día lunes de nuestra llegada el volquetazo nos obligó a caminar cinco kilómetros con el maletín en mano en pleno sol de verano que no deja de acariciarnos dándonos una bienvenida a la boliviana.
Estuvimos en el Socavón, Santuario en el que hicimos el postulantado con los Siervos de María, conocimos al presbítero Fray Alfonso Masignani, él está muerto hace una década, quedando sus obras perpetuadas con un trabajo intenso del religioso italiano. El reverendo era un hombre sereno, macizo de cuerpo y alma, con un espíritu forjado a la europea en la disciplina de las reglas de San Agustín.
Compartimos conjuntamente con el Siervo de María José Zola, el hermano Hildebrando Pelanda Baggio, -sobrino del Cardenal Baggio- y otros hermanos* que dimos nuestros primeros pasos en la Orden. Ahora, los años han dejado un busto en pleno frontis del Santuario Mariano. La inmensa obra del P. Alfonso se ve, con su nombre y apellidos, inmortalizado por su mano misericordiosa.
Ingresamos al Santuario y de lejos encomendamos nuestra vida a la Virgen de la Candelaria. No hay mucho tiempo para saludar a los hermanos que dejamos en los claustros sagrados de la Orden. ¿Huir del pasado?
EL MERCADO “CAMPERO”.
Visitamos el Mercado “Campero” para servirnos el Api con pasteles que en el Oriente, ** no hay con el sabor y el encanto de la tierra orureña. En la mañana previa a marcharnos a nuestra tierra natal La Paz, nos servimos un Chairo en una olla de barro con huislla y chua, en el local “Mar y Sol” de doña Gladis García vda. de Quiroga, nos atendieron su hija y nieta. Gentes fáciles de entablar una conversación y sentirnos nuevamente hijos de Sebastián Pagador. El Chairo es, como para el conscripto, con racho y todo, para calmarnos el hambre, la ansiedad y el sabor de la comida criolla.
Abrimos conversación animadamente, en cuanto llega doña Gladis:
- Desde mis 20 años trabajo aquí, primero fue una heladería, luego lo hicimos un comedor, tengo 67 años, es herencia de mi señora madre doña Benigna Rojas de García y mi señor padre Aniceto García. Este mercado es centenario, -añade- y no quisiéramos que pase lo que ha sucedido con otros mercados. Evidentemente pensamos en el Mercado “Lanza” de la ciudad de La Paz, que es un monumento al cemento frío, con casetas sumamente estrechas, con una discontinuidad al estilo republicano de las casas centrales de la Evaristo Valle y Plazuela Pérez Velasco. En fin... Oruro, nos retiene unas horas más y debemos marcharnos hasta el próximo año por la Gracia de Dios.
Terminamos la charla con una apretón de manos, con las tres generaciones indómitas parapetadas en un servicio a la comunidad abnegada. Adiós... buenas gentes!
Oruro, tiene árboles, tiene vegetación, pese a su clima, a un invierno a veces y años bajo cero. En tanto en nuestro pueblo de adopción, Puerto Suárez, la sierra, la incuria en pleno Pantanal Boliviano, funciona sin clemencia y piedad por la vida. Qué cosas tan raras suceden en Bolivia. Y, les diremos inmediatamente el por qué:
LA LEY DE IMPRENTA Y LA LIBERTAD.
Hoy cumpleaños de la añeja Ley de Imprenta, promulgada en el año 1925, para el centenario de la República. Precisamente en este día se cita al periodista don Jhonnn Arandia de la Cadena “A” a la fiscalía para que declare sobre el Video de “El Viejo.” Una forma pilatuna de lavarse las manos, de buscar culpables, donde no los hay, encontrándose los mismos en el cerebro alquimista y mágico de alguna persona tenebrosa que concibió el presunto plan terrorista, en el que los terroristas eran “vedettes” que se exhibían con damas, en hoteles como pasándoles el mensaje: ¡Incautos aquí estamos! ¿No nos ven?
La libertad es humo, como la fe, es incorpórea. Huye junto al viento, se arrima a los seres que la veneran, es cual agua imposible de contenerla en una mano pues se diluye junto al sol de todas las eras. Nosotros, libres por antonomasia le decimos a don Jhonn Arandia, estaremos presentes con nuestra palabra, con nuestras oraciones, pidiendo al Altísimo que no lo dobleguen, que no se tuerza porque la verdad no morirá nunca.
Referencias:
* De ese tiempo queda solamente el presbítero don Salvador Cuevas, sacerdote castrense.
** El autor del presente trabajo radica hace una década en la encantadora capital de Puerto Suárez, departamento de Santa Cruz de la Sierra.
(*) Escritor, residente en Puerto Suárez - Santa cruz - Bolivia
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