Miercoles 19 de enero de 2011
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Son muchas las formas de ejercer la solidaridad si en las personas subyace una actitud de apertura al otro. El voluntariado social es una de esas formas. Sin embargo, no podemos deslumbrarnos por sus efectos mediáticos. Los voluntarios tenemos buena prensa, aparecemos en programas de televisión como modelos sociales, abanderamos en buena medida el movimiento solidario. Es una manera importante de producirse como persona íntegra que ejerce su responsabilidad social. Pero no nos dejemos seducir por este éxito de imagen.
Como actividad subsidiaria, la eficacia del voluntariado dependerá de su coordinación con trabajadores sociales y profesionales multidisciplinares.
Por otro lado, sería un error lamentable oscurecer la labor solidaria tradicional de los vecinos, familiares o ciudadanos en general que, sin pertenecer a una organización, son movidos por un sentimiento que los conduce a ayudar informal y cordialmente allí donde hay una necesidad y atenúan con su labor muchos problemas sociales.
¡Cuánto más eficaz es el buen vecino de enfrente para una persona mayor sola que un voluntario que debe desplazarse una vez a la semana desde la otra esquina de la ciudad! El voluntariado social ha crecido tanto en las grandes ciudades porque allí se han deteriorado con mayor intensidad las relaciones sociales. En ambientes rurales es mucho más difícil encontrar personas abandonadas o solas.