En abril de 2006 escribí en un matutino ahora desaparecido, o casi, una columna titulada “Así se gobierna”, aludiendo a una decisión acertada del presidente Evo Morales. Desde entonces ha pasado mucha agua debajo de los puentes, aguas cargadas de decepciones, a tal punto que ahora tengo que decir, acerca del mismo presidente: Así no se gobierna, renuncie.
No puede, el presidente, decir que “salva su responsabilidad” por la crisis económica que se avecina. Ha pronunciado cuatro veces esa frase en una conferencia aludiendo al necesario gasolinazo que él no pudo aplicar por falta de coraje. El capitán del Titanic estaba diciendo que él no sabía que el barco estaba por chocar con un iceberg y que él salva su responsabilidad porque estaba dormido.
El capitán tiene que hundirse con el barco. Pero como Bolivia no es un barco ni se puede hundir, el presidente tiene que hacer una retirada lo más honrosa que pueda caber en estas circunstancias.
Algo parecido piensa el diputado Juan Carlos Cisneros, y muchos bolivianos. El presidente debe retirarse, volver al Chapare, a su cato, y entregar el gobierno a alguien que no tenga la peregrina idea de “salvar su responsabilidad” por nada. Alguien que ha luchado por llegar a la presidencia no puede decir que “salva su responsabilidad”, por lo que está haciendo.
Carlos Mesa “salvó su responsabilidad” durante la crisis que llevó a la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada, pero sólo para habilitarse como sucesor. Una traición similar no cabe en las actuales circunstancias. Evo Morales no puede habilitarse para suceder a nadie, como hizo Mesa.
El diputado Cisneros tiene la idea completa. Dijo que cuando Morales vuelva a su cato del Chapare el país se habrá beneficiado, pues el cocalero sabe ahora -también lo acaba de descubrir- que “los paros y los bloqueos perjudican al país”.
Otra ventaja: Morales dijo, hace un año, que él tampoco sabía lo peligroso que era el narcotráfico. Ha hecho muchos descubrimientos mientras ocupaba el cargo. Pero está visto que no sabe ni puede gobernar.
Por lo tanto se podría esperar que, de vuelta a sus dieciocho hectáreas de cocales, Morales se convierta en un dirigente sindical que piense en el país, que no ordene bloqueos salvajes como los que solía dirigir y ayude a erradicar los cocales, que son la base del narcotráfico.
No quiero solazarme con este desenlace, porque el país ha perdido mucho en este experimento. El desastre que se avecina es lo Nóbel de las chambonadas. Morales ha tenido las mejores condiciones para sacar al país adelante y las ha desperdiciado. Un carnaval de ideologías confusas, traídas por sus “colaboradores”, ha contribuido a esta proeza.
En 2001, cuando llegaba la crisis que llevó al poder a Morales, el precio de la plata era de 5 dólares y ahora es de 30, el oro costaba 270 dólares y ahora 1.400, el estaño estaba en 2,70 y ahora en 12 dólares. Las exportaciones de droga eran un tercio de las de ahora. Tenemos una UDP millonaria.
Pero la solución que sea democrática, por favor.
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