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Domingo 16 de enero de 2011

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Revista Dominical

Los esqueletos de Pompeya hablan

16 ene 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Mary Beard - Profesora de la Universidad de Cambridge

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Los restos de Pompeya, el pueblo romano destruido por una erupción volcánica en el año 79 DC, siguen arrojando datos intrigantes e inesperados de la vida romana, desde la dieta e higiene hasta la brecha entre ricos y pobres.

El cuarto de despensa de un sótano, debajo de un almacén de productos agrícolas en el suburbio Oplontis, estaba lleno de granadas. Para los pompeyanos que intentaron encontrar refugio de la erupción del Monte Vesubio, este escondite probablemente les pareció fuerte y seguro.

Unas 50 personas se metieron ahí. Sabemos que lo hicieron porque en 1980, sus bien preservados esqueletos fueron encontrados por arqueólogos.

Los desechos y gases calientes del volcán les quitaron la vida en aquel lugar en el que tenían la esperanza de salvarse.

Sabemos cómo murió esta pobre gente y sabemos qué los mató. Pero estos esqueletos también develan cosas fascinantes sobre cómo vivieron.

¿LA SÍFILIS NO ES AMERICANA?

Generalmente nos imaginamos que los romanos (o cualquier persona del pasado) eran mucho más pequeños que nosotros. No es así.

De hecho, en promedio, estas personas eran más altas que la población moderna de Nápoles.

También nos imaginamos que los romanos habrían muerto jóvenes. Éste es otro mito, como muestran los esqueletos: hay muchas personas de edad mediana y tercera edad entre ellos.

El período más peligroso en esa época realmente era la infancia. Las enfermedades para las que ahora tenemos vacuna o se pueden curar fácilmente, eran mortales en ese entonces.

Solamente la mitad de la población habría llegado a la edad de 10. Pero si lo hicieron, podrían esperar una vida de duración razonable en términos de hoy en día.

Las enfermedades infecciosas dejan marcas y líneas en el esmalte de los dientes de los niños. Muchos de los esqueletos en el almacén las tienen, con lo cual recrean una historia visual de las enfermedades que sobrevivieron estas personas.

Hay otros descubrimientos más curiosos e impresionantes.

Es casi seguro que los esqueletos de unos gemelos encontrados muestran señales de sífilis congenital. Si esto es correcto, entonces se descarta la idea de que dicha enfermedad fue traída a Europa del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón y sus marineros en el siglo XV.

FORTALEZA DE LA FAMILIA

Aquello es interesante: habría que dejar de culpar a Colón y a los pobladores de América por la sífilis.

Pero el descubrimiento dice mucho más sobre la antigua sociedad y familia romana, como señala el antropólogo vienés Fabian Kanz, quien examinó los huesos.

Un par de niños con sífilis congenital habrían necesitado mucho cuidado, explica.

El simple hecho de que sobrevivieron muestra las redes de apoyo en el mundo romano. Había familias que estaban dispuestas a dedicar tiempo, atención y habilidad en el cuidado de sus hijos.

Pero estos 54 esqueletos revelan otros lados de la sociedad romana.

En cuanto fueron desenterrados, los arqueólogos notaron que estaban en dos grupos. En un lado del cuarto, estaban sin pertenencias. Eran sólo cuerpos, sin ninguna posesión.

Los otros, en el otro costado, murieron con dinero en efectivo, oro, joyas y todo tipo de objetos preciosos.

Un esqueleto fue descubierto con una de las mayores cantidades de dinero en Pompeya. No era una fortuna vasta en términos de los plutócratas más ricos de Roma, pues recordemos que Pompeya era un pueblo pequeño, pero era una cantidad substancial de los ahorros de una persona.

Así que, ¿cómo explicamos estos dos grupos? Bueno, la arqueología no es una ciencia exacta.

Podría ser que quienes fueron encontrados sin pertenencias eran los que entraron en pánico y salieron corriendo sin nada en sus manos, y aquellos con sus riquezas habrían planeado un escape más elaborado.

O tal vez, era un grupo de criminales que había robado en el camino de Pompeya a Oplontis.

No podemos saber con seguridad. Pero la posibilidad es que estemos lidiando con un grupo de pobres sin posesiones y de ricos que tenían joyas y efectivo.

En ese caso, es interesante ver si se notan diferencias en los esqueletos. ¿Es obvia la desnutrición en el grupo de los pobres? ¿Es más pequeño alguno de los grupos? La respuesta es no.

Explorar la arqueología en Pompeya y sus alrededores nos da una idea de cómo era la vida para ricos y pobres.

Una conclusión, si se excluye el indigente que no tenía ningún tipo de apoyo, es que tanto ricos como pobres tenían una dieta decente en Pompeya. Es verdad que los ricos pueden haber tenido comedores más elaborados, pero los pobres también se alimentaban decentemente.

¿Cómo lo sabemos? Los contenidos de un pozo de aguas negras que recolectaba desechos de baños en una cuadra de departamentos modestos en Herculaneum, el pueblo aledaño a Pompeya, muestra que la gente ordinaria comía una dieta maravillosa, desde erizos de mar hasta nueces e higos, huevos y pollo.

Andrew Wallace-Hadrill, el excavador de este pozo, concuerda, y no hay mejor manera de acercarse al mundo romano que a través de su excremento.

Fuente: LA PATRIA
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