Loading...
Invitado


Domingo 16 de enero de 2011

Portada Principal
Revista Dominical

Una narración… Una historia para contarla

Edmundo Rocabado: Los periodistas no pueden ser cómplices del autoritarismo

16 ene 2011

Fuente: LA PATRIA

“Si uno tiene la verdad por arma no hay ley que frene al periodista” • Por: Mónica Aramayo Quinteros • Fidel Escalera Vargas • Archivo personal Edmundo Rocabado

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Edmundo Rocabado Vásquez, un periodista con 62 años de experiencia, testigo cercano de varios acontecimientos sociales y políticos que marcaron la historia de Bolivia, como son las revoluciones y con vivencias claras en la época de las dictaduras, considera tener la voz autorizada para decir que los periodistas no pueden ser cómplices del autoritarismo.

“Los periodistas no podemos ser cómplices de los gobiernos dictatoriales, no nos pueden obligar a cambiar la verdad. ¿Por qué vamos a ser cómplices de los gobiernos autoritarios? si la verdad es la que vale. ¡Si yo me sujeto a la verdad porqué voy a temer ley alguna!”, comenta cuando se le pregunta si le teme a las leyes que intentan afectar la libertad de prensa, de información y de expresión.

Es conocido entre sus colegas, por su seriedad y puntualidad, descrito como un jefe exigente al momento de ponerle “ñeq’ue” a la noticia.

Edmundo Rocabado se inició en la misión de informar en 1949 como un novel fotógrafo del diario LA PATRIA. Luego trabajó como reportero y redactor del área deportiva hasta llegar al cargo de jefe de redacción.

El niño que estudió en la escuela Ignacio León culminó sus estudios obteniendo el bachillerato en el Colegio Nacional “Simón Bolívar”, salió de las aulas de enseñanza escolar, para “vivir la noticia” desde el ojo preciso del reportero gráfico y luego describir los hechos desde la redacción de LA PATRIA.

Su paga, por entonces era el derecho de ingreso a los partidos de fútbol o al cine. Su primera experiencia de trabajo en LA PATRIA, en 1949 la compartió con Max Soria en las técnicas de la fotografía. Desde éste espacio, el novel e intrépido fotógrafo comenzó a demostrar su interés por la redacción periodística y ensayó sus primeras notas.

Trabajó en la empresa Siete Suyus de Quechisla durante 4 años en áreas no afines a la prensa. Pero su cariño por el periodismo fue mayor hasta que decidió volver a LA PATRIA, luego de asistir a un curso de relaciones públicas y humanas que se realizó en La Paz con docentes estadounidenses y peruanos.

Reincorporado al equipo de LA PATRIA, Rocabado, con los bríos de la juventud, retomó su cámara fotográfica para recoger la historia gráfica.

Poco tiempo después fue testigo de algunos de los pasajes que marcaron su vida periodística como haber sido partícipe de Revolución de 1952, Nacionalización de las Minas y Reforma Agraria y ser testigo ocular de masacres como las de Siglo XX y Catavi en 1949, en Huanuni, Colquiri, Sora Sora y en el sector de la fábrica Hilbo.

HERIDO

“No he sido herido físicamente, pero sí mi sentimiento boliviano fue malogrado, al ver cómo obraban los dictadores”, mencionó a tiempo de recordar que en la masacre de San Juan (Catavi), cuando viajó junto a Guillermo Moscoso, los mineros pretendían volcar el taxi que los transportaba y luego que algunos miembros de la turba los identificaron como periodistas, les dejaron realizar su trabajo con libertad.

“Los militares estaban a dos metros de nosotros con sus fusiles y los mineros al otro lado con sus dinamitas. Era un clima tenso. Los dirigentes nos llevaron a recorrer las casas que fueron destrozadas con mortero y vimos a seis o siete mineros muertos, cada uno con disparos en la nariz, los fogonazos en algunos casos les destrozaron el rostro”, evoca.

Luego les tocó conversar con la “otra parte”. “Nos topamos con el sanguinario Zacarías Plaza, no nos dejó entrevistarnos con un coronel, pero nosotros nos dimos modos para hablar con el militar”.

Ya en el hospital de Catavi vieron y compartieron el dolor de los heridos y familiares de quienes habían fallecido sus hijos, esposos o abuelos.

“Ahí vimos cómo los militares y los mismos mineros quemaban restos en la chimenea, por órdenes superiores. Quemaban piernas, brazos en las estufas del hospital. Era terrible”, nos cuenta.

Con el corazón compungido y un viaje marcado en su mente por las imágenes que aún no se le borran del recuerdo, se incorporó a la redacción del diario para preparar la edición y resumir los pasajes vividos en el centro minero, ocasión en la que LA PATRIA imprimió 12.000 ejemplares, que puestos a la venta fueron agotados en su totalidad.

En la Nacionalización de las Minas trabajó desde Catavi junto a Don Enrique Miralles Bonnecarrere, Dn. Luis Díaz Matta y Dn. Cristóbal Molina y desde allí, por turno transmitieron la lectura del decreto de nacionalización durante cuatro horas. “Como robándole a Juan Lechín el decreto, nos turnábamos para leer y aquí nos copiaban, eso posibilitó sacar el periódico el mismo día de la nacionalización, imprimimos un extra. Lo mismo ocurrió en la Reforma Agraria el 2 de agosto de 1953. La noticia nos quemaba las manos y debíamos transmitirla con urgencia”, afirmó.

DETENIDO

Y PRECAVIDO

En tiempos de la dictadura, era un riesgo caminar con libertad por las calles, más aún para quienes tenían la responsabilidad de informar. En una ocasión Rocabado junto al periodista Augusto Dávila transitaban por calles cercanas al Regimiento Camacho y él fue detenido, pero antes viendo la inseguridad en su entorno, tomó la previsión de guardar el rollo de la película, para salvar las fotografías tomadas.

“Me quitaron la cámara y me encerraron en el calabozo. Me tuvieron seguramente 4 a 5 horas, Dávila desapareció. Me imagino que él fue a avisar a los ejecutivos del periódico que me apresaron, llegaron ellos y me liberaron”, mencionó.

En otra ocasión, sin mayor explicación un militar de apellido Noya lo detuvo cerca de la clínica URME, pero al llegar un oficial superior que reconoció a Rocabado llamó la atención al subalterno y con las disculpas reiterativas dispuso la libertad del periodista.

DIFERENCIA

Rocabado que forma parte de la primera promoción de periodistas que cuentan con títulos registrados en el Ministerio de Educación, celebra la creación de las carreras de Comunicación Social y la titulación de periodistas.

Sin embargo, recomienda la capacitación personal de los periodistas para tener un mejor enfoque en temas políticos, sociales, económicos, pues en su criterio, a pesar del avance tecnológico se advierten serias deficiencias.

“Antes nosotros debíamos recoger las noticias nacionales en el sistema Morse, luego eran traducidos para su posterior publicación. Después apareció la teletipo y era un servicio internacional de noticias durante las 24 horas, pero había que escoger la información para la edición del día siguiente. ¡Los cables eran unos chorizos y teníamos que cortarlos!”, cuenta.

Quienes trabajaron con él como Jefe de Redacción, indican que periódicamente asistía a las fuentes informativas para verificar si el periodista estaba en el lugar del hecho. Para él, no contaban las noticias recogidas y escritas a “control remoto”.

El redactor debía estar en el lugar del hecho, eso de usar los boletines y copiarlos tal cual, es una ofensa a la misma profesión, son pues boletines de relaciones públicas y tienen un interés por detrás y el periodista que se respeta, toma el boletín como simple referencia, dijo.

FOTOS

Rocabado experimentado en fotografía, cuenta que a mediados del siglo pasado, el proceso de revelado y copiado de las fotografías demoraba hasta una hora para plasmarse en el papel, y para acelerar el trabajo se utilizaba una secadora de peluquería.

“Si la foto salía con puntitos había que rehacer”, cuenta y se ríe a tiempo de comparar que ahora el proceso es cuestión de minutos.

Cuando él era Jefe de Redacción, -recuerda- que uno de los fotógrafos antes de presentar su trabajo se persignaba para entrar a la oficina con el deseo que Rocabado, voz autorizada por la experiencia, le llame la atención, pues en más de las veces instruyó rehacer la fotografía. “Las rompía y ellos debían hacer de nuevo”, nos cuenta.

Por sus manos pasaron diferentes máquinas fotográficas. Una marca “Express” a fuelle, con placas de vidrio. “Se colocaba el vidrio, se disparaba con magnesio y fujjjjj, salía polvo, así trabajábamos…”, explica.

Como ejemplo citó la Kodak de los años 50 que iluminaba el disparo de la fotografía con un foquito cuya utilidad era perecedera, un foco por cada toma. Cuenta con orgullo que cuando la tecnología posibilitó usar el flash en éstas máquinas, él causó revuelo en la inauguración del año judicial. “Toda la gente me vio con esa máquina, disparé y todos me miraron, era un destello grande que salía de mi máquina y para entonces eso era novedad”, se ríe.

El jefe de redacción Edmundo Rocabado, era exigente, para los redactores que trabajaban con él, no era novedad que los periodistas con resignación debían recoger los originales mecanografiados, corregidos con lápiz rojo y muchas veces con una severa llamada de atención. “No deben existir argumentos para justificar una nota mal redactada”, dijo.

Él recuerda que el personal trabajaba con disciplina y respeto, puntualidad y valentía. “Ellos sabían que debíamos cumplir una misión social, no por encargo de la empresa, sino por encargo del pueblo. No debían haber fallas”, dice.

En su misión de hombre de prensa que viajó por varios lugares, recuerda que una vez durmió sobre cueros de animales junto a los chipayas, durante una cobertura y pudo verificar que las familias de la milenaria cultura duermen formando una especie de círculo juntando entre todos las plantas de los pies para transmitirse mutuamente el calor humano; con ellos compartió meriendas de muk’unas y qui’spiñas.

ANÉCDOTAS

Entre risas que bordean la carcajada recuerda que una ocasión, los gajes del oficio les jugaron una mala pasada a los periodistas, lo que provocó la ira de las religiosas del entonces colegio “Santa Ana”

“Hubo un campeonato de voleibol y el título debía decir –Santa Ana puntea el torneo- y por error se publicó –Santa Ana putea el torneo de voleibol-, ¡qué lío más grande nos hicimos! Las monjas al día siguiente estaban furiosas, e internamente las llamadas de atención iban y venían”, narra.

TESTIMONIOS

Una fracción de las vivencias del periodista Edmundo Rocabado, están plasmadas en su libro “Historia del Sindicalismo: Movimientos Sociales y Políticos de Bolivia”.

Hoy radicado en la población de Sipe Sipe de Cochabamba donde fue declarado “Ciudadano Notable” y como agradecimiento tras convivir con la gente valluna se animó a recoger los pasajes del lugar en el libro “Sipe Sipe: Su dramática historia”.

Es merecedor de distinciones y reconocimientos como el Escudo Nacional “Sebastián Pagador” otorgado por la Prefectura del Departamento, así como la medalla de plata “Escudo de Oruro” de la Alcaldía Municipal, donde además lo reconocieron como el mejor jefe de redacción.

También es poseedor de la medalla “Enrique Miralles Bonnecarrere” concedida por el diario LA PATRIA y la Asociación de Periodistas de Oruro, entidad en la que por tres gestiones fue su presidente, actividad alternada con la dirigencia como secretario de Relaciones en el Sindicato de Trabajadores de la Prensa.

Es fundador de la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB), y fue el responsable de redactar el acta de fundación de la institución que asocia a los periodistas profesionales del país.

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: