Es preciso dar una mirada a lo que cotidianamente ocurre en nuestra ciudad:
Padres que llevan a sus niños tomados de la mano, pero del lado de la calzada, con el correspondiente riesgo o peligro para los pequeños; mamás o parejas jóvenes, que conducen un cochecito de bebé en plena calle, esquivando a las movilidades que están estacionadas, por un lado y por otro, a aquellas que transitan por la vía en la que están circulando.
También es necesario mencionar la intolerancia de los conductores, que se fijan en el semáforo del costado, que cuando está en amarillo de inmediato arrancan, sin haber aún cambiado a verde el semáforo de en frente que realmente les corresponde. Esto lleva también en muchos casos a los bocinazos, las amenazas, ademanes, palabras soeces que vierten los apurados conductores, ya sea en contra de otros o de los mismos transeúntes.
Movilidades de servicio público que se estacionan en cualquier parte, tanto para recoger, como para dejar pasajeros. Del mismo modo, los usuarios de estos servicios, que cometen el mismo error de hacer parar a los vehículos en cualquier lugar para subir o para bajar.
Transeúntes que cruzan la calzada en cualquier parte, sin tomar en cuenta los pasos de cebra; o conductores que rebasan estos pasos, evitando así que las personas de a pie puedan cruzar por los mismos. Otro problema surge, cuando en la mayoría de las calles del centro de la ciudad, se han instalado letreros de prohibido estacionar, conos que el organismo de Tránsito coloca, pero que en su mayoría no se respetan. Hay conductores que no conocen las señales y reglas de circulación.
Como se puede ver, estos aspectos son simplemente una parte de todo lo que ocurre en las calles de nuestra ciudad, sin contar otras innumerables transgresiones que se cometen a diario por parte de unos u otros quienes viven en Oruro. ¿Los más afectados?, los niños, quienes tienen que sortear un sinfín de peligros al momento de transitar por las calles, ya sea camino a su casa o al colegio. Y... ¿qué se puede decir de las personas con discapacidad y los ancianos?
Viendo esta realidad, es preciso establecer programas escolares de educación para la seguridad vial, en los que participen también los padres. Del mismo modo se pueden estructurar programas para la formación de conductores, en los que se tengan que emitir credenciales o carnets para todos los que pasen estos cursos, y aquellos que no los tuvieran, el Organismo de Tránsito debe suspenderles la licencia de conducir, hasta que obtengan este credencial.
En un concepto rápido, la educación para la seguridad vial, es el proceso mediante el cual se inculcan y asimilan los aspectos culturales, morales y conductuales necesarios sobre cómo debe ser el tránsito en las calles tanto para los peatones, como para los conductores y así ofrecer las respuestas adecuadas a los problemas que se presentan cotidianamente de forma que se pueda prevenir la supervivencia individual, grupal y colectiva; es decir, evitar accidentes.
Partiendo de lo anterior, se sugiere a la H. Alcaldía Municipal de Oruro, al Organismo Operativo de Tránsito, que en un convenio con Seduca, se lleven a cabo talleres impartidos por una unidad especializada y permanente, como ser una “escuela itinerante de formación vial”, una unidad móvil que asista a los colegios, con material necesario y adecuado (títeres, señalizaciones, videos, etc.) para transmitir a los estudiantes y padres de familia este tipo de educación. Debe tener esta unidad, otro brazo que forme a los conductores en las reglas de circulación y de tránsito, así como relaciones humanas y valores con su propio material adecuado para su aplicación.
Si no prevenimos, después lamentamos, pongámonos ¡ya…! En una campaña agresiva de educación vial que beneficie a todos los estantes y habitantes de nuestro querido Oruro.
(*) Director Colegio Bolívar Nocturno
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