No se instrumentalizan las medidas necesarias que detengan el proceso de inflación que rige en el país desde hace varios meses atrás y que al presente está causando desesperación y pánico en la ciudadanía, llegando a comparar la crisis con la que se vivió con algunas variantes en la época de la UDP.
Una serie de análisis sobre la economía nacional coinciden en mostrar la peligrosidad de seguir sosteniendo el estado caótico en el que los comerciantes hacen su agosto a costa del sacrificio de la mayoría ciudadana que debe cubrir los gastos de una canasta familiar totalmente distorsionada por efecto de la desmedida especulación que no se puede cortar.
La vigencia del famoso D.S. 21060, que justamente aplacó el desorden económico de un grave proceso inflacionario fue efectivo en ese periodo, hasta el presente ocasiona un sentido inverso al pasado puesto que admite el libre juego de la oferta y la demanda, impidiendo la aplicación de precios fijos e inalterables en el caso de productos alimenticios y además en el régimen de servicios, tarifas de transporte y otros.
La medida que planteó el Gobierno al cierre del año y comienzo del nuevo ha servido para que cierto comercio se beneficie con la elevación de precios que se impuso en muy pocos días del gasolinazo, pero con el efecto de no volver al estado inicial antes de la medida.
La espiral inflacionaria está vigente y crece diariamente, escasean ciertos productos y reaparecen con nuevo precio, hasta los productos que comercializa el gobierno a través de una distribuidora han subido algunos centavos en su valor por tanto ese proceso es generalizado, alterando sensiblemente el costo y la cantidad de la canasta familiar sin compensación salarial inmediata.
Hay cosas más preocupantes como la advertencia de un reajuste porcentual en el precio de los carburantes lo que influirá directamente en precios de productos de consumo, tarifas y servicios. Aún antes de que eso ocurra el transporte público está pugnando por implantar nuevas tarifas.
Los panificadores también hablan de aplicar nuevo precio para el pan de batalla, mientras tanto compensan su desfase de costos disminuyendo el peso del producto, lo que igualmente significa otro duro golpe a la economía familiar que vive con bastantes restricciones y pocas opciones de alcanzar una justa nivelación salarial.
Los ministros del área económica no encuentran una salida operativa que compense el desnivel de salarios y precios, mientras el caos y las dudas se acrecientan cotidianamente poniendo en riesgo la estabilidad social que debe regir en la Nación para evitar confrontaciones y más politización del Estado.
Es evidente que el problema financiero del país ha quedado pendiente de solución con el paso en retroceso del gasolinazo, pero lo cierto es que tampoco se puede mantener un proceso de tanta incertidumbre como el que se vive actualmente. Hay necesidad de extremar estrategias financieras para lograr armonizar el país inclusive apelando a los recursos económicos que están generando intereses y que ya deberían servir al pueblo.
Fuente: LA PATRIA
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