El informe de la gestión municipal del año 2010 arroja un saldo positivo en lo que corresponde a la recaudación por el rubro de impuestos alcanzando un 98.4 por ciento de la expectativa creada entre ejecutivos de la Alcaldía que mostraron complacencia ante el comportamiento y conciencia tributaria de la ciudadanía en general.
A fines de diciembre vencieron los límites para pagar impuestos comunales sobre bienes inmuebles, terrenos, vehículos, tasas y patentes por servicios y algunos otros rubros que subieron en porcentaje de recaudación lo que significa una aproximación al monto fijado de 45 millones de bolivianos. Lo que se alcanzó hasta la primera quincena de diciembre 2010 fue de 43.995.159.46 bolivianos que significan el 98.4 %.
El hecho es llamativo en el municipio, por tanto su efecto significa un punto a favor de la presente gestión, aunque la misma no sea paralela con el calendario vigente. Lo cierto es que han tenido que producirse algunos ajustes para hacer más dinámica la fase operativa en la recaudación de impuestos fuera de mejorarse los procedimientos y modernizar equipos para evitar largas filas y tediosas esperas a los contribuyentes, pero sobre todo devolver confianza a quienes dejan parte de sus utilidades para su distribución entre todos los orureños.
En muchas gestiones anteriores las autoridades de turno libraron verdaderas batallas para convencer a los contribuyentes el cumplimiento de los deberes tributarios que permiten al municipio atender las necesidades de la población.
Quizás la lógica ciudadana está precisamente encasillada en esa gran duda de saber que se pagan impuestos pero se ignora cómo son utilizados esos fondos cuando no se cumplen las promesas y menos se realizan los proyectos que permitirán a los vecinos vivir mejor en cualquier parte de la ciudad donde se supone deben desarrollarse programas de saneamiento básico, empezando por la aprobación de las urbanizaciones y la inmediata dotación de agua, luz y alcantarillado de manera que se cuiden los aspectos prioritarios de salud, seguridad y comodidad para vivir con dignidad.
Vale la pena ponderar la reacción ciudadana que está respondiendo con mayor conciencia tributaria, lo que obliga a las autoridades del gobierno municipal a trabajar denodadamente por la comunidad, minimizando la gestión política y priorizando el plan de desarrollo comunal, que delineado por la actual Alcaldesa se lo entendía como una “insurgencia de actividades que comienza en los barrios marginales y avanza hacia el sector central” –no a la inversa– dejando a su paso soluciones estructurales para consolidar el crecimiento armónico de una ciudad que no se detiene.
La gente quiere saber cómo se emplean sus impuestos, cómo se favorece a los sectores más necesitados y cómo se cuida la imagen de una ciudad que merece muchas obras importantes para parangonarse con otras vecinas donde las obras municipales son parte de la cotidianidad y el bienestar colectivo permanente.
Si la conciencia tributaria mejora no hay pretextos para que las autoridades del municipio no respondan a esa confianza con obras a lo largo y ancho de la ciudad.
Fuente: LA PATRIA
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