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Domingo 09 de enero de 2011

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Revista Dominical

Una narración… Una historia para contarla

Guillermo Moscoso: Un periodista del gusto por el trabajo “a pulso”

09 ene 2011

Fuente: LA PATRIA

De aquellos tiempos se debe rescatar el principio de respeto mutuo con el entrevistado”, recomienda • Por: Mónica V. Aramayo Quinteros - Editora General LA PATRIA • Fidel Escalera Vargas • Archivo personal Guillermo Moscoso Bermúdez

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Transcurrían los años 50 del siglo pasado, era 1958 y el “bichito” del periodismo comenzaba a revolotear en torno al joven estudiante del colegio “Juan Misael Saracho”, Guillermo Moscoso Bermúdez, conocido entre sus amigos como “Mosquito”, a punto de llegar al bachillerato cuando el entusiasmo por el mundial de futbol de aquel año en Suecia, motivó su incursión en esta apasionante profesión inicialmente desde el periodismo deportivo.

“Recuerdo bien, era admirador de Pelé, él es de mi edad, nació también en 1940. Mi afición era escuchar radios de Argentina y vibraba con las transmisiones”, dice el septuagenario hombre de prensa revisando sus valiosos documentos, entre ellos credenciales, insignias, certificados, congratulaciones, pergaminos y medallas, muchos de ellos con el pasar del tiempo adquirieron ese amarillento color que le dan precisamente ese toque de tesoro auténtico en la historia de las personas e instituciones.

“TODO A PULSO”

“Mosquito” se define como un periodista por el gusto de “todo a pulso”, no le agrada la grabadora, porque afirma que cuando aparecieron como instrumento de “ayuda” para la labor de prensa, era toda una tragedia manejarlas por su peso y la incomodidad, pues debían colgarse al hombro como una especie de carteras grandes y pesadas, además de llevar el micrófono en manos.

“La grabadora demora y perjudica el trabajo, es mejor tomar datos y por supuesto estar atentos a lo que dice el entrevistado. Esa es pues la misión del periodista para no ser simple transcriptor o desgrabador”, comenta.

En medio de risas con una actitud totalmente descriptiva, explicó como los periodistas de antaño incluso debían fabricarse las libretas de apuntes. “Don Víctor Flores Barrientos en LA PATRIA nos decía, traigan las resmas de papel, nos hacía cortar y listo ya teníamos libreta. ¡Nos entregaban el lápiz y a la calle en busca de noticias!”, cuenta.

Como fortaleza de los periodistas de antaño describe que estaban obligados a aprender taquigrafía y de manera periódica pasaban clases de ortografía y lenguaje. “El periodista aprende a diario. Entonces no había por qué sentirse mal, en cambio ahora veo que muchos colegas ya se creen eruditos, no aceptan sugerencias, menos piensan en capacitar y cometen errores que dan vergüenza”, critica.

“Teníamos un formulario y el diccionario era nuestra Biblia”, dice y nos muestra su antiguo diccionario que lo acompañó desde su época escolar y que aún lo utiliza cuando tiene dudas ortográficas al escribir sus notas de opinión. “Nunca dejaré de pensar que éste es el mejor mata burros, por eso a otros les da miedo tocarlo”.

“Era norma, aunque me imagino que eso también enseñaron a las nuevas generaciones, que en las primeras líneas debe estar redactada toda la noticia, de una manera completa pero a la vez atractiva” para capturar al lector.

Otra función que tenía era “ampliador de cables”, es decir que debía recoger los telegramas enviados por los corresponsales a la oficina del telégrafo, situada en el mismo edificio de la Empresa de Correos de Bolivia, y luego en la sala de redacción “ampliar” la información completándola con datos que debían ser extraídos de las transmisiones radiales.

INICIOS

Él se confiesa como el frustrado estudiante de Medicina, que por razones económicas a inicios de los años 60 tuvo que retornar de Cochabamba a su natal Oruro, y fue en 1961 que se “lanzó al estrellato” desde el periodismo deportivo en radio “El Cóndor” junto a Galo Nogales y José Zapata Zapata, con el programa “Deporte al Día”.

Ya con alguna experiencia con el impulso del Dr. Luis Díaz Matta se animó a trabajar en la cobertura de hechos políticos, sociales, culturales, policiales, vecinales y otros, compartiendo micrófonos con Carlos Decker Molina.

Guillermo Moscoso Bermúdez, es sobrino del afamado arquero orureño Jesús Bermúdez, cuyo nombre enaltece la nominación del principal escenario deportivo de la ciudad, como es el estadio de fútbol. Jesús Bermúdez fue el primer guardameta de la Selección Nacional y asistió al primer campeonato mundial en ésta disciplina realizado en 1930, en la República Oriental del Uruguay.

Con la pasión por el deporte “circulando en sus venas”, viajó en 1971 a un campeonato nacional de fútbol realizado en Tupiza, donde “codo a codo” con Mario “Cucho” Vargas, recogió detalles del acontecer deportivo. “Afanosos teníamos que buscar el telégrafo del ferrocarril, para redactar la noticia, lo más resumida posible para que sea transmitida sin problema. Era un poco complicado, no como ahora que con un clic en la computadora, la noticia viaja al otro lado del mundo”, comparó.

Años después se incorporó a la redacción del diario LA PATRIA a invitación del entonces Jefe de Redacción, Javier Echenique Álvarez y los ejecutivos del matutino le asignaron las funciones de “corresponsal minero” y luego ejerció las funciones de secretario de redacción, encargado de recibir las noticias y posibles entrevistados para contactarlos con los periodistas asignados a las áreas específicas.

Moscoso es parte del grupo de 10 periodistas orureños, con títulos profesionales registrados en el Ministerio de Educación, otorgados tras el decreto emitido en la presidencia de Lidia Gueiler. La primera promoción se denominó “Demetrio Canelas” y según recuerda que los documentos fueron entregados un 10 de mayo en homenaje al Día del Periodista Boliviano.

POLICIALES

También incursionó en la crónica policial, quizá por azar del destino, cuando en ausencia del redactor titular se vio obligado a viajar junto al Cap. Guillermo García Soto a un accidente en el que el caudal del río Desaguadero había arrastrado un camión lleno de pasajeros. “Ahí vi cómo los muertos de a poco salían a flote en medio del agua. Eran pocos policías y tuve que ayudar a rescatar los cuerpos”, narró.

Recomienda que el periodista tiene que estar a disposición de la noticia las 24 horas del día y no debe servirse de la población. En su labor cotidiana hizo amistad con las autoridades policiales, pero como norma del periodismo afirma que “de aquellos tiempos se debe rescatar el principio de respeto mutuo con el entrevistado”.

NOCHE DE

SAN JUAN

Guillermo Moscoso junto a Edmundo Rocabado, como parte del equipo de redacción de LA PATRIA, fueron los encargados de recoger la noticia de la “Masacre de San Juan” en 1967 cuando los militares tomaron los centros mineros de Siglo XX y Llallagua.

Recoger esa información les costó dos días y medio, tomando en cuenta las peripecias del viaje; pero más le significaron las consecuencias tras la publicación, pues para la tiranía impuesta por la dictadura, esa noticia motivó mayor reacción popular, entre ellos los universitarios que se organizaron para marchar y protestar.

Los militares, molestos por la reacción social, pidieron la visita del periodista y decidieron arrestar a Guillermo Moscoso, manteniéndolo encerrado en la Segunda División que por entonces funcionaba en la calle Velasco Galvarro y Ayacucho.

SINDICALISMO

Con nostalgia evoca cómo la sede sindical de los trabajadores de la prensa, era centro de reuniones de personalidades importantes y testigo mudo, ahora desaparecido; de una serie de reuniones con autoridades importantes que escogían Oruro y fundamentalmente la sede de los periodistas, para dar a conocer importantes noticias que quedaron en la historia del país.

Con 49 años de servicio, es columnista acucioso y crítico de las acciones contrarias al interés popular y fue activo dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Prensa de Oruro (STPO), tiene amplia experiencia en el área de Relaciones Públicas.

Desde el espacio sindical aportó para concretar el funcionamiento del restaurante “La Prensa” afamado centro social de la época instalado en ambientes de la ex “Bolivian Power” o “Conde Cancha”, que fue cedido a favor de los trabajadores de la prensa con la condición que su funcionamiento cumpla una labor social.

Narró que una vez recogidos los títulos de propiedad del bien inmueble, los periodistas en una actitud mancomunada y solidaria, herramientas en mano edificaron parte de la antigua infraestructura sindical que lamenta haya sido demolida a iniciativa de posteriores dirigentes.

ANECDOTAS

DE LA DICTADURA

Típico periodista trasnochador recuerda que sus principales anécdotas las vivió en la época de la dictadura, aunque por entonces pasaba sustos. En una ocasión junto a Javier Echenique fueron detenidos en un toque de queda, subidos a un “caimán” (camión del ejército) y trasladados hasta el Puente Español, donde los dejaron y los obligaron a sacarse los calzados sugiriéndoles recoger sus prendas al día siguiente de oficinas de la Segunda División.

En otra ocasión de “coladores”, con otro amigo, asistió al matrimonio de un conocido, donde pasadas las dos de la madrugada apagaron la música y los anfitriones los invitaron a salir. “Borrachitos, valientes hemos salido y afuera bien parado el caimán y nos cargaron otra vez. Nos llevaron al Regimiento Camacho incluidos los novios. Nos dieron agua con estuco y nos obligaron a salir a borrar las leyendas y grafitis que la población pintaba en la paredes en contra de la dictadura”, recuerda.

Para eludir estos arrestos Moscoso junto a otros colegas, luego de cumplir su trabajo en la redacción del periódico prefería dormir en medio de arbustos o evadir el control “buscando sombrita”.

Fuente: LA PATRIA
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