Después de lo acontecido, con una serie de alternativas que colocaron al país al borde de una conflagración y cuyo saldo hubiera sido muy doloroso, las cosas vuelven a punto cero tras la derogatoria del D.S. 0748 que resultó hasta ahora el único que retrocede y se anula.
Pero no todo es así de simple como que las piezas del rompecabezas serán colocadas inmediatamente en sus lugares y…aquí no pasó nada, lo evidente es que el esquema se alteró, se desbarató el juego y algunas piezas, aunque están muy próximas, se resisten a volver a su sitio como estaban antes de que un D.S. que sin medir las reales consecuencias de los hechos las retiraron simple y llanamente para acomodar “por la fuerza” otras que menos mal tampoco entraron en los espacios sociales que aparentemente estaban siendo habilitados.
La experiencia que ha sopesado el conjunto del equipo gubernamental debe ser asimilada como una enseñanza de que no sólo valen las cifras electorales puesto que en el momento de las grandes decisiones pesa más la conciencia popular, el sentido de autodefensa, la prioridad de salvar la familia sin que sea prioridad el partido o el líder, pero aún si este último de equivoca o hace caso a colaboradores “soñadores, teóricos y dogmáticos” que por su condición de ubicación en la gran jerarquía del Estado no sienten de veras lo que pasa en las bases y lo que el ciudadano más común siente de manera directa en el duro transcurrir de su actividad cotidiana.
Una medida mal calculada siempre trae conflicto, no se trata de imponer criterios acudiendo a las fáciles opciones de los discursos, las amenazas y las persecuciones la realidad está en el sentimiento del pueblo que cada día ve, escucha y siente una realidad que es totalmente diferente a la que viven los que disfrutan coyunturalmente de los beneficios del poder político.
Está claro que la gobernabilidad de un país no es sólo cuestión de aferrarse al poder y dictar medidas de cualquier índole, sin medir las consecuencias de un abierto enfrentamiento con la realidad de un país que si bien aseguró con su voto el ascenso de un esquema está en condiciones de ponerlo en la base si sus protagonistas se equivocan y ponen en riesgo la seguridad de millones de bolivianos que todavía esperan un cambio, pero sin que las consecuencias de los errores caigan en la espalda de los más pobres.
Este nuevo año debe abrirse a las sugerencias de todos los bolivianos una vez que se ha demostrado objetivamente que la unidad del pueblo es más fuerte que las consignas partidarias a la hora de pensar en un presente de seguridad y un futuro de dignidad. El Gobierno tiene que empezar a gobernar para todos y tomando en cuenta la frase de nuevo cuño presidencial cuando remarca que “gobernaremos obedeciendo al pueblo”. Eso puede cambiar el destino de nuestra amada Bolivia.
Hay que priorizar la gestión económica para generar más empleos seguros y procurar una vida digna para la gran mayoría de la población, dejando a un lado la gestión del enfrentamiento, de las acusaciones y las persecuciones, Bolivia necesita superarse sin enfrentarse.
Lo rescatable de la última y fallida escaramuza política es que por encima de las meras intenciones está la verdadera e inequívoca decisión de un pueblo que quiere vivir sin sobresaltos, con seguridad y dignidad. El nuevo año es un desafío a gobernantes y gobernados para convivir en paz y progresar con igualdad.
Fuente: LA PATRIA
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