Viernes 31 de diciembre de 2010

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Muchos jóvenes creen en la reencarnación y son conscientes de que los diversos rasgos del hombre son heredados, o son predisposiciones traídas de otras encarnaciones. Cada uno trae a esta vida terrenal diferentes atributos humanos pecaminosos. Los rasgos humanos pecaminosos que están activos en la persona determinan tanto al adulto como al joven.
Tanto los jóvenes como los adultos se someten a grupos de la misma opinión. Cada uno es de la opinión de que sus medidas de valores sociales son las que servirían a la sociedad. Si miramos detrás del mecanismo de estos grupos de mimetización, sentiremos hacia dónde llevan: O bien se quiere una gran porción del pastel que es la sociedad, o se quiere llegar a ser algo importante. Raramente el adicto a la sociedad se cuestiona si aquello a lo que aspira es moral o inmoral. Y algunos piensan: Es igual agrupados o no, lo importante es que mi porción del pastel de la sociedad sea lo más grande posible. De la publicación: “El joven y el profeta”.