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Domingo 05 de diciembre de 2010

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Cultural El Duende

Bicentenario de Mojos en el proceso de la independencia nacional:

Mojos-Beni. Ayer y hoy

05 dic 2010

Fuente: LA PATRIA

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La Prehistoria

Cultura hidráulica y agrícola. La historia empieza con la geografía. Por la índole hidrográfica de la región, la sociedad mojeña precristiana levantó extraordinarias obras de tierra para dominar los rebalses fluviales, fertilizar el suelo arcilloso y producir alimentos en forma intensiva. Desarrolló la fertilidad sustentable en cuya importancia traspasa todos los tiempos de la humanidad.

Aquella civilización esperaba las inundaciones como bendiciones de Dios, emergiendo las leyendas del Gran Mojos, El Dorado, Gran Paitití, Imperio de Enín, Islas de la Canela, Candyre.

¿Cuándo y por qué colapsa nuestra civilización amazónica? Kenneth Lee advierte que un megaevento climático en los siglos XII-XIII, con inundaciones y sequías desproporcionadas, provocaron conflictos, enfermedades y muertes, desarticulando tan complejo sistema productivo. Hubo entonces un periodo de transición del sistema de camellones al chaco de roza-tumba-quema que aún perdura.

La colonia

Cultura misional comunitaria. En más de cien años, el arcabuz y la espada de España nada lograron en su afán por conquistar el Gran Mojos, obra realizada por el breviario y la cruz de los jesuitas desde 1675. A través de las Misiones, los pueblos indígenas perfeccionaron oficios y artes que lograron notabilidad en la Audiencia de Charcas y la metrópolis. Las misiones fueron verdaderos institutos comunitarios de capacitación técnica y producción diversificada, y tanto prevaleció la experiencia comunitaria que el indígena se olvidó de su personalidad individual.

En 1682 empezaron a organizarse las Misiones con mojeños, canichanas, movimas, baures, itonamas, cayuvavas, tacanas, etc., como Loreto, Trinidad, San Ignacio, San Javier, San José, San Borja, San Luis, San Pablo, San Pedro, Santa Rosa, Concepción, Exaltación, San Joaquín, Santos Reyes, San Martín, Santa Ana, Santa Ma. Magdalena y otras. Si bien algunas desaparecieron durante o después del periodo jesuítico, otras se constituyeron en la base social de importantes ciudades actuales.

Las misiones de Mojos fueron verdaderas fortalezas para proteger los intereses imperiales de la península, frente a la constante amenaza de los portugueses. Los cañones forjados por canichanas y sus flechas rechazaron la geopolítica expansionista lusitana, como lo hicieron los aguerridos baures en la frontera con Brasil. Gabriel Ojeari y Juan Maraza fueron los protectores del territorio de Mojos, en las batallas de La Víbora y Carayanao, por ello, el 2005 logramos una ley que los consagra en tal propósito.

La expulsión de los jesuitas abrió la opresión en Mojos, en 1767. El rey Carlos III cerró de la noche a la mañana la experiencia comunitaria y abrió una larga noche de oprobio para los pueblos indígenas, convertidos en bestias de carga. El buen gobernador Lázaro de Ribera (1786-1792) marca un paréntesis en los abusos y explotación del régimen colonial.

Holocausto mojeño por la libertad. El indígena que no conoció universidad ni leyó a Voltaire, se rebela contra los gobernadores, administradores y curas irresponsables. Pedro Ignacio Muiba es el gran prócer de la independencia que en 1810 impone gobierno indígena en Trinidad y Loreto, durante algo más de dos meses. Traicionado, la insurgencia fue sofocada y Muiba decapitado.

En Mojos, se dio la única rebelión con rostro y sangre indígena de todo el territorio americano de la libertad. El 2000 logramos la ley que reconoce a Pedro Ignacio Muiba héroe nacional, con el apoyo de la Brigada Parlamentaria.

La República

Entre el despojo y la frustración. La república le cambia el nombre de Mojos por el de Beni, erigido Departamento el 18 de noviembre de 1842, por el presidente José Ballivián. Aquella inmensa unidad territorial fue dividida en tres provincias: Mojos, Caupolicán y Yuracaré.

Mojos-Beni vivió un terrible drama social. Hombre y naturaleza fueron eslabones de una larga cadena de expoliación. Textiles, chocolate, quina, cuero vacuno, siringa, castaña, fauna silvestre, ganadería, maderas, oro, etc., constituyen girones del saqueo que soporta esta tierra, dejando como saldo el atraso y las frustraciones en la nueva fisonomía social beniana. Así como la región es explotada al ritmo de las demandas industriales del mundo, el autóctono siguió arrastrando el látigo y las injusticias del poder criollo-mestizo.

La ruptura del Pacto Estado-Indígenas. Cuando más arreciaba la vorágine de la goma surge la resistencia pacífica que culmina en 1887 con Andrés Guayocho y Santos Noco, que provoca enfrentamientos y muertes. En esta hora suprema, emerge Nicolaza Noza de Cuvene, una trinitaria que prefirió la muerte por el látigo que aplica la irracionalidad social y estatal de la capital. La historia beniana ha recogido este episodio como La Guayochería o Búsqueda de la Loma Santa, que tuvo como escenarios principales Trinidad y las poblaciones de San Lorenzo y San Francisco.

Tan violenta fue esta agresión que Gabriel René-Moreno despide a los últimos mojeños por su irremediable extinción. De estos espasmos emergerá la actual sociedad beniana que guarda camijeta y tipoy en el baúl. Antonio Vaca-Díez (Trinidad, 1849 - Río Ucayali, 1897) es el paradigma del industrial y geopolítico que piensa y actúa en función del desarrollo y la soberanía nacional.

Expansión de la frontera estatal. El intenso proceso de colonización y explotación de la siringa, resguardó a estas alejadas latitudes septentrionales, cuando el Estado era poco menos que una quimera, tanto así que el beodo Melgarejo había regalado al Brasil el litoral amazónico de Bolivia en 1867. De este periodo californiano, son Villa Bella, Cachuela Esperanza, Riberalta, Guayaramerín, Bahía, etc., cuya suerte sigue atada al auge o declive de los precios mundiales de sus recursos naturales.

Siglo XX. Mojos-Beni hizo gala de valor y patriotismo en la defensa de la heredad nacional en dos confines extremos: El Acre y el Chaco Boreal. Sensiblemente, la diplomacia andina inveterada puso el estigma de derrota para la historia boliviana.

En el Chaco el Beni derrochó intenso patriotismo y coraje. Fabián Vaca Chávez en 1934 decía estas palabras rotundas sobre el valor del beniano: Más del 13% de la población del Beni se alistó bajo bandera de un modo espontáneo, sin agentes de reclutamiento. En el Beni no hubo un solo emboscado y, allá en el teatro de la guerra, los benianos se contaron entre los más eficientes soldados del ejército…Una aureola de gloria envuelve ya a esa muchachada del Beni, cuyo más alto exponente –el Centauro del Chaco, Germán Busch– penetró hace rato, a todo galope, en los dominios de la historia y de la leyenda. Cerca de él está Carmelo Cuéllar Jiménez, burlador de la muerte, que trajo en su brazo el vigor de la raza itonama. Y con ellos cien más, citados a menudo en las órdenes del día de cada batalla.

Lo contemporáneo

Entre el ser y el no-ser. Desde mediados del siglo XX, el Beni se esfuerza por conquistar su porvenir con una voluntad cívica organizada. Resaltamos la década de 1960 porque en ella emerge la institucionalidad benianista, en respuesta al olvido del centralismo. Juntas Vecinales, Cooperativas, Federaciones gremiales y productoras, Comité Cívico y Universidad, son productos de la insurgencia cívica de un pueblo cansado de la marginalidad.

En esta década porvenirista cobra sentido la filosofía de que El progreso del Beni será obra de los mismos benianos, que es el primer grito autonomista contemporáneo y que debe rescatarse para hacer frente a las adversidades internas o externas. Nuestras ingentes potencialidades naturales exigen una praxis transformadora de sus empresas públicas y privadas y de sus hijos profesionales. ¿Cuándo será...? Es necesaria una sacudida moral antes del desbarrancamiento total, cuya redención regional pasa por la defensa vigorosa del Isiboro-Sécure y la reivindicación de legítimas causas de desarrollo socioeconómico, con equidad e inclusión social.

En 1990, la Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad cruzó airosa la llanura hasta la arrugada geografía de los Andes y sacudió al tozudo andinocentrismo burócrata. Mojos-Beni nutre desde entonces la nueva historia patria. Otra ley de 2005, promovida por quien escribe, declara Día Histórico el 15 de agosto.

La recuperación productiva hidroagrícola con proyectos impulsados por la Fundación Kenneth Lee y el Gobierno Municipal de Trinidad, con el apoyo de OXFAM Inglaterra, representa un signo económico y social extraordinario que fortalece nuestra identidad regional. Se desea que las inundaciones sean de nuevo bendiciones del cielo.

Después de casi dos siglos de soportar un centralismo absorbente, Bolivia y las regiones que vivimos el ostracismo por tanto tiempo, tenemos la ocasión de sacudir nuestra voluntad de ser con las autonomías y empezar un nuevo ciclo histórico en base al trabajo común y empresarial, nuestro patrimonio histórico-cultural y las potencialidades económicas de nuestras llanuras amazónicas.

Arnaldo Lijerón Casanovas. Investigador,

ensayista y escritor

Fuente: LA PATRIA
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