Ha transcurrido un año (2010) que ha resultado “pozo de experiencias” en todo sentido; se han vivido hechos nunca imaginados y se han producido acontecimientos que nadie esperaba; pero, muy especialmente, hay cambios fundamentales en leyes aprobadas por el Legislativo, por imperio del Ejecutivo.
Una de esas disposiciones es la que pretende someter a los medios de comunicación y a los periodistas a “sistemas de silencio” o, peor, amordazados sin poder expresar nada porque la pretensión llega a suprimir la libertad de pensamiento que es básica para la libertad de expresión.
Los medios de comunicación, en conjunción con periodistas, analistas, editorialistas, articulistas y escritores que expresan sus criterios y pensamientos hechos sentimientos, no han podido resignar sus derechos a lo que pretenden imponer los artículos 16 y 23 de la disposición, porque, resignarse a la oscuridad de la pérdida de libertad es como renunciar a la capacidad para respirar y llegar a la situación de no poder vivir.
Esta disposición violatoria de lo que es básico de las libertades, en los hechos y sus consecuencias, busca anular la fuerza del Derecho; es decir, de la Constitución y las leyes que rigen en el país. Se trata de un medio para coartar la libertad de expresión que es básica para sentir las libertades, la justicia y la democracia en que debemos vivir.
No entender los bienes de la comunicación –como ocurre con quienes han propugnado los artículos mencionados– es renunciar al derecho que todos los hombres tienen; es ingresar al túnel donde las luces del saber y el entendimiento se alejan y no dan lugar a resquicios de nueva aparición. No sentir la libertad de expresión es resignarse a vivir en oscuras y, no defender ese derecho inalienable, es renunciar a la libertad.
La fuerza del Derecho es la fuerza que regula responsablemente los hechos, conductas y actitudes del ser humano; es, por esencia, contraria al derecho de la fuerza que es la imposición, las conductas totalitarias o tiránicas de quienes creen tener poder absoluto para imponer absolutamente su voluntad. El derecho de la fuerza es la imposición de todo lo que es ilegal y se impone porque así lo determinan quienes se creen poseedores de la verdad y no aceptan que los demás crean o sientan los beneficios de la libertad y los alcances de la equidad y la justicia.
Sentir la fuerza del Derecho es sentirse consubstanciados con las leyes y es renunciar a lo que está alejado de todo ordenamiento que coincida con la Constitución y los procedimientos legales que hacen de la vida del ser humano un medio de convivencia y armonía entre todos. Renunciar a la libertad de pensamiento es obligarse a no pensar ni sentir; es violentar las verdades y no entender que el derecho de uno termina donde empiezan los derechos de los demás.
Para los medios de comunicación y periodistas, conjuntamente el pueblo que no acepta violaciones ni contradicciones a sus derechos, las libertades son medios de vida, son sistemas para encarar los mejores remedios que se necesiten para remediar problemas y situaciones difíciles porque el libre pensamiento es, en sí mismo, voluntad del Creador que usó la Palabra, Su Palabra, para crear el universo con libertades y bienes que nadie puede conculcar ni regular, ni frenar ni vulnerar.
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