La Noche Buena transcurrió con la unidad de la familia boliviana y la Navidad se celebró bajo el espíritu renovador del Nacimiento del Hijo de Dios y con la esperanza de que el año concluya sin mayores problemas y el próximo se inicie con buenas perspectivas.
Los buenos deseos se cumplieron en parte, hasta que llegó un inesperado regalo que estremeció a todos los bolivianos y cambió el sentido de los buenos deseos por frases ríspidas, bruscas y profundamente expresivas al rechazar algo que se comentaba en ciertos niveles económicos, pero que se guardaba celosamente, por lo menos hasta que el Jefe de Estado emprenda otro viaje al exterior y antes que la gente salga de su celebración de buenos augurios.
Que regalo más brutal, duro en su aplicación justo cuando la gente se debate cotidianamente en medio de una inflación y especulación incontrolable y cuando los beneficios de las macro reservas financieras no llegan al bolsillo del pueblo. Una carga más y de las más fuertes pues su efecto se traducirá de inmediato en una espiral ascendente de precios en los más importantes servicios, caso del Transporte, en todas sus modalidades.
Estamos hablando del anuncio oficial por parte del Presidente en Ejercicio al señalar que las circunstancias de una variable situación económica obliga a dictar medidas en defensa de la integridad financiera nacional, afectada muy severamente por una desmedida acción del contrabando especialmente de nuestros carburantes que son comercializados con pingües ganancias en los mercados de países vecinos, caso del Perú, Argentina y Chile.
Era de a poco que queríamos repetirle la información sobre la elevación del precio de la gasolina y el diesel, aunque no la línea de gas natural o el GLP. El regalo al pueblo de Bolivia emergió en una nublada mañana después de la Navidad y por supuesto que la resonancia del hecho ya generó airados reclamos, especialmente de dirigentes sindicales, de transportistas que anunciaron la aplicación de nuevas tarifas y de la población en general que no logra ubicarse plenamente en el nuevo esquema económico, cuando todavía no se alejó al horrible fantasma de la inflación.
De aquí adelante nos espera un inmediato periodo de enormes sorpresas en materia de precios, comenzando por tarifas de transporte y sólo con ese detalle una abierta especulación en los centros de abasto, en almacenes de abarrotes y en tiendas de barrio, más aún si paralelamente a la aplicación de lo que se califica como “el gasolinazo de Evo”, todavía no se han dictado medidas conexas que impidan una verdadera hecatombe en la economía nacional.
La población está realmente sorprendida, el regalo gubernamental es el menos esperado particularmente en su procedencia, de un equipo de conductores políticos que siempre fueron los más duros críticos de gasolinazos y de otras medidas que afecten directamente la economía familiar, en este caso la más sensible por las connotaciones de inestabilidad, restricciones y desequilibrio salarial, con precios más altos para obligaciones inexcusables y sin posibilidad -por lo menos de momento- de alcanzar un incremento salarial que compense y sostenga la brecha que abrirá el descontrol de precios.
Entre una pacífica navidad y un año nuevo de incertidumbre que se presentará luego la ciudadanía no entiende el sentido de recibir un presente inesperado.
Fuente: LA PATRIA
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