Sábado 25 de diciembre de 2010

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Editorial y opiniones
El satélite de la Luna
Luz que brilla en las tinieblas
25 dic 2010
Por: Francesco Zaratti
Nuestras fiestas y liturgias están llenas de símbolos que creemos comprender pero cuyo origen, a veces ancestral, frecuentemente desconocemos.
Un ejemplo, que calza bien con las fiestas navideñas, y, además, coincide con la publicación de esta columna el día de Navidad, es la conocida imagen de “Cristo, luz que brilla en las tinieblas” o “luz del mundo”. Menos conocido es el origen bíblico de ese símbolo, objeto de varias relecturas a lo largo de la historia de Israel.
En torno al año 1100 a.C., Israel intentaba asentarse en el territorio recibido “en don” por Yahvéh al salir de Egipto. Sin embargo, había un pequeño detalle. Como la Palestina de hoy, esa tierra estaba ya habitada y la convivencia pacífica no era aún patrimonio de la humanidad; ni lo es hoy. Por entonces aparecieron en medio de las tribus de Israel unos héroes populares, llamados “Jueces”, encargados de eliminar a los opositores del plan de Dios. ¡Muy diferentes, por cierto, de nuestros jueces! A uno de ellos, Gedeón, se le recuerda particularmente por una gran victoria contra los madianitas (el “día de Madián”) gracias a una genial estratagema: él y 300 valientes, armados sólo de un cuerno y una antorcha oculta en vasijas de barro, rodearon de noche a millares de esos nómadas, acampados en Galilea. A una orden de Gedeón, los 300 tocaron los cuernos y rompieron las vasijas dejando al descubierto la luz de las antorchas. El pánico cundió entre los madianitas, quienes se imaginaron rodeados por un gran ejército, y, al desbandarse, se enfrentaron entre sí matándose a filo de espada, bajo la mirada pasiva de los 300. Moraleja bíblica: “Al mal se lo derrota provocando su autodestrucción”.