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Sábado 25 de diciembre de 2010

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Revista Tu Espacio

Rememorando Añejas Tradiciones

Pesebre de la Familia Ferrufino

25 dic 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Maurice Cazorla Murillo - Especial para Tu Espacio

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La época de Natividad de Nuestro Señor, ha recogido a lo largo de los siglos tradiciones transmitidas de generación en generación. Entre ellas, muy arraigada aunque poco destacada actualmente está la tradición de levantar pesebres, acción que algunas familias de nuestra ciudad conservan como sus predecesores iniciaron ya en añejo tiempo.

Entre los pesebres destacados de nuestra Villa Filipense, aún conserva esta tradición aquél que pertenece a la familia Ferrufino, del conocido Notario Dr. Humberto Ferrufino Eyzaguirre y su esposa Bethsabé Rodo Borja, quienes a partir de 1958, al calor de su recién conformada familia decidieron levantar un pesebre de su propia imaginación a gran escala en su antiguo domicilio de la calle Caro y Petot.

Aquel año de 1958, un sacerdote trajo de Méjico un precioso niño que debía ser el centro de este pesebre, las figuras fueron elaboradas por un artista peruano notándose aún la firma en la base de sus figuras: “W. Murillo C.”. Para darle un carácter especial, el pesebre fue imaginado para contar una preciosa historia, la misma que corresponde al relato bíblico, para ello se elaboró un decorado con ayuda de artistas locales y la proficua mano de la señora Rodo además de los materiales de su antigua Academia Bolivia, hecho que ocasionaba más de una discusión.

Los descendientes que convenientemente han conservado la tradición sin mermar su estructura, cuentan que la labor de levantar el pesebre tomaba entre tres a cuatro días enteros, pero como don Humberto trabajaba, le dedicaban hasta ocho días luego de las obligaciones diarias. Esta pasión fue transmitida a sus descendientes, como nos cuentan los nietos Leslie y Meickel Francachs, quienes tienen a su cargo levantar el pesebre con los mismos elementos en medio de melodías de viejos villancicos.

El pesebre como corresponde, tiene una estructura de madera, pero tiene de fondo un decorado que transporta imaginariamente a la lejana Israel de los primeros tiempos de nuestra era, como dijimos líneas arriba, pintado por un eximio artista, actualmente se la guarda como reliquia y se realizó una reproducción para conservar el anterior. La estructura misma está dividida en dos partes, a un lado se notan construcciones del medio oriente, cuyas ventanas se encuentran prolijamente iluminadas, en cuya base destacaban personajes que ostentan poder económico, y al otro lado los pastores pobres al cuidado los rebaños de ovejas. El simbolismo ilustra que el Señor llegó al mundo sin distinguir entre pobres o ricos.

Al apreciar este pesebre se nota la dedicación al apreciar y notar que todas las figuras tienen su orientación hacia el centro, donde se encuentra la cuna para el nacimiento de Nuestro Señor, iluminada adecuadamente por una estrella que marcó el camino a los Reyes Magos, los mismos que son representados saliendo del Palacio de Herodes.

Los descendientes, nos cuentan que don Humberto solía dedicarle mucho tiempo, al extremo de mover una figura, retroceder varios pasos para apreciar su ángulo, terminar un cigarro y volver a moverla hasta lograr la posición adecuada.

Con los años, solo el nieto Meickel le ayudó a levantar el pesebre, de manera que ahora es quien se encarga en la misma característica que Don Humberto, cabe decir que inclusive heredó su carácter en esta misión.

Actualmente no se levanta en su antiguo domicilio, aunque en otro ámbito aún ostenta su propia mística. El momento de la Natividad es muy impresionante porque acuciosamente se prepara el incienso y la mirra para envolver de humo el ambiente y rezar a nuestro Redentor, recordando aún a los niños que los regalos son por el Niño y no por el famoso Papá Noel quien sólo se muestra como un Mensajero.

En este tiempo, donde los íconos comerciales se posicionan en nuestra tradición, cabe destacar a aquellos a quienes dedican un tiempo considerable para mantener una tradición heredada de sus antepasados y que pese a estas circunstancias pervive en nuestra cotidianidad, como añejas tradiciones que se resisten a perder por el valor religioso que la envuelven.

Las casas ya no tienen los zapatos en las ventanas, pero aún los pesebres nos recuerdan que esta fiesta es por el nacimiento de Nuestro Señor como salvación para el mundo: “Gloria in excelsis deo”.

Fuente: LA PATRIA
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