Viernes 24 de diciembre de 2010

ver hoy




























































Por qué será, hay cierta tristeza en Navidad; tal vez porque se recuerda otros tiempos o porque ya no es posible llenar la vida, como antaño, con lo que uno quisiera. Soledad y silencio se vuelcan hacia dentro. Un sentimiento de pudor vela ese recóndito fondo del alma. Y no obstante, con una leve sonrisa a flor de labios: ¡Feliz Navidad!
Desde hace unos días han empezado a sonar esas melodías que sólo en esta ocasión se difunden por las radios. Y no es en homenaje al Niño Dios; es propaganda comercial. En el gran mercado del mundo todo se vende. ¡Hasta la imagen de Cristo se vende! ¿Las mismas melodías de ayer? No, por cierto. Otras, que pueden ser de cualquier parte; llevan la marca de la mediocridad improvisada. El dulce cántico de los villancicos tradicionales, el huachiqui del niño Manuelito, se van perdiendo.
En un diciembre como hoy, hace dos mil diez años, allá en Belén, en un rústico pesebre, rodeado de toda sencillez y humildad, “nació el Redentor del mundo; nació el que no reconoce principio, y el que no reconoce fin; nació para morir. ¡Sublime misterio!” Este pensamiento se deslizó de la pluma de Mariano José de Larra (Fígaro) en Noche Buena de 1836. Poco tiempo después decidió partir, sin esperar el signo de Dios…
Fuente: LA PATRIA