Jueves 16 de diciembre de 2010

ver hoy




























































Un día soñé que era escritor y no cualquier escritor, uno de renombre conocido no sólo en mi país, sino en toda Latinoamérica y que me encontraba en Buenos Aires, para recibir un premio junto a otros colegas míos, de pronto siento que alguien me codea, despierto y me doy cuenta que era un sueño, ¡que frustración me dije!, pero los malditos codazos de mi mujer seguían insistiendo en mi espalda. Mi mujer tiene la mala costumbre de despertarme de esa manera y recordarme que tengo que ir a trabajar.
Yo ya estoy cansado de esta maldita rutina, no practico lo que a mí me gusta hacer, escribir novelas, y algún día ser un famoso escritor. Cierto día planee renunciar a mi trabajo sin pensar en las consecuencias, en mi familia, siendo un poco egoísta, tal vez más, pero lo tenía decidido, al día siguiente me levante pensando en lo que tenía que decirle a mi jefe, y la forma en que iba a renunciar.
En la mañana no lo encontré, pero en la tarde sí, estaba solo, era mi oportunidad, - Don Yordi, mire que he decidido renunciar al trabajo, y dedicarme a cumplir mi sueño…, él, mi jefe, se sorprendió a la vez se sonrió, y me preguntó: - “Estás seguro de lo que dices”, - Completamente Don Yordi, - De todas maneras te doy una semana para que lo vuelvas a pensar y, piénsalo con tu familia, - Bueno así lo haré le respondí.