Jueves 16 de diciembre de 2010
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Cuando me aprestaba a dar los últimos toques al Pesebre de Belén donde rememoraré el nacimiento del Niño Dios colocando unas ovejitas blancas y negras para no ser a acusado de racista, llegó a mi casa mi comadre Macacha nadando en un mar de llanto para comunicarme un hecho trágico acaecido en la cercana población de Viacha.
Entre sollozos me relató la muerte de toda una familia por la falla de un yatiri que puso a hervir una olla de agua, carne y cenizas sobre un brasero con carbón ardiente, cuyas emanaciones de gas carbónico durmieron a los circunstantes produciéndoles la muerte.
El llanto y la desesperación de la cochabambina aumentaron de volumen cuando me refirió que en el hecho murió una mujer parturienta que había llamado al yatiri, la recién nacida y todos los circunstantes.
Como soy sensible y más aún en épocas navideñas también me puse a llorar abrazado a mi comadre pero reaccioné a tiempo para protestar contra los malos yatiris que no sólo se dedican a tender a las parturientas de nuestros pueblos sino que ahora intervienen en la política del actual gobierno en materias tan serias como las Relaciones Exteriores, Economía y Finanzas, Minería y Alimentación Pública, además de la Salud Pública que amplía la actividad de la medicina tradicional hoy ejercida por ilustrados curanderos kallaguayas y charlatanes que funcionan como yatiris.
