Casi en vísperas de la Navidad, fiesta de amor, paz y concordia entre todos los seres humanos, surge la necesidad de armonizar intenciones, de buscar caminos de entendimiento, búsqueda de remedios a la crisis, abandono de posiciones extremas y un entender de que todos los bolivianos somos hijos de la misma Patria.
Las cuestiones políticas –ahora, como en todos los tiempos–, han ocupado sitios preponderantes en nuestra vida porque, debido a la pobreza en que se debate nuestro país, el centro de todo fue siempre el gobierno de turno y lo que hace. El no entender que los yerros gubernamentales los paga siempre el pueblo y, mucho más, los más pobres.
Hemos sostenido siempre que cuando hubo buena voluntad y deseos de dialogar, la crisis en que nos debatimos puede ser superada mediante el concurso, en concordia y armonía, de todas las fuerzas políticas, empresariales y sociales; pero, más han podido las posiciones chauvinistas o los extremos que buscan llevar al país por senderos radicales que tanto daño han causado al mundo durante más de setenta años.
Cada quien, en su soberbia y petulancia, ha creído poseer los remedios para los problemas; pero, la verdad es que todos han encontrado remedios sólo a sus propios problemas, abandonando los que correspondían a la colectividad nacional que precisa del trabajo, la voluntad y el amor de todos para hallar, real y positivamente, situaciones de entendimiento, concordia y armonía.
La Navidad a recordarse en pocos días, año tras año es el mensaje de unidad, perdón, amor fraterno y convocatoria para abandonar posiciones personales, de partido o facción; pero, por acciones contrarias que surgen, todo resultaría efímero y vano debido a egoísmos e intereses creados.
La paz y la concordia no implican resignación y constancia para el “dejar hacer y dejar pasar”; al contrario, deben ser acicates para encarar, honesta y responsablemente, lo que debemos hacer, los pasos que deben dar las autoridades en pos de rectificar sus yerros y, con buen ejemplo, insuflar los valores a todo el pueblo para abandonar posiciones contrarias al bien común.
Es preciso que en días previos a la gran fiesta de la humanidad que es la Navidad, fecha en que hasta los pueblos no cristianos encuentran razones para la armonía, la paz y la concordia, para fortalecer valores y entender que Navidad no es tiempo de regalos ni ostentaciones materiales; es, en todo caso, motivo de encuentro, comprensión y realizaciones positivas que engrandezcan los sentimientos, ablanden los corazones duros y siembren de concordia las relaciones entre todos.
Sentir y vivir la Navidad es creer con mucha fe en los valores que Cristo predicó y pidió su práctica permanente; es encontrar, despertar y fortalecer las propias virtudes sin hacerlo sólo para pocos días sino como propósito para el tiempo que viene con el ingreso a un nuevo año.
“No busques fuera lo que tienes en tu interior” es un viejo dicho coreano; éste es un mensaje para armonizar nuestra vida y hallar en nosotros mismos los medios y modos para vivir en paz y armonía, para encontrar las fuerzas espirituales que precisamos.
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