La Ley Madre Tierra pretende tapar el desmadre con un dedo
11 dic 2010
Por: Centa Rek
Voy a reiterar sobre la Ley de derechos de la Madre Tierra recientemente aprobada en el parlamento, lo hago por las incongruencias que plantea con la realidad que vivimos en el momento actual los bolivianos.
Algunos puntos son dignos de resaltar para graficar que los planteamientos y principios esgrimidos en la mencionada Ley están muy lejos del “desmadre” de ciertas acciones políticas que tienen sumido a nuestro país en un clima de caos medioambiental, jurídico, confrontación, beligerancia y ausencia de Estado de Derecho.
La Ley plantea que la madre tierra es “sagrada”, pero en el actual contexto nos cuesta creer que este sea un planteamiento real; consideramos por el contrario que forma parte de una estrategia de marketing para vender una imagen y generar un perfil en torno a la figura del presidente boliviano proclamado como indígena y ahora aspirante a líder mundial en pro de los derechos de la Madre Tierra.
Nos apena que la vida y todo lo que hace a su entorno, sus vínculos intrínsecos y de reciprocidad sean tomados sólo como una estrategia de publicidad, y decimos esto justamente por las discordancias extremas entre los planteamientos de la Ley que nos ocupa y las prácticas que se dan en Bolivia en el presente. ¿Cómo se puede declarar sagrada a la Tierra, cuando la vida no ha sido declarada ni tomada como sagrada y no se interponen esfuerzos ni se escatiman situaciones que generan muertes, enfrentamientos, violencia, persecución judicial, destitución a autoridades electas de oposición? ¿Cómo vamos a creer que es real que la tierra y nuestro entorno sean tomados como sagrados, cuando no existe el más elemental principio de garantía a los derechos de los ciudadanos y a sus libertades?
En Bolivia no existe hoy la idea del semejante, y si no está internalizada esta idea no existe el respeto, ni la consideración del otro en su esencia de libertad de expresión y derechos, y por ende no puede haber ningún respeto al planeta tierra, ni a los ríos, ni a los bosques, que con seguridad serán manejados con la misma arbitrariedad que son manejados los seres humanos pobladores de este planeta.
La ley también plantea que está en contra del mercantilismo y la mercantilización de los productos y elementos que conforman el cuerpo viviente de la Madre Tierra. Esto no puede ser más que otro canto de sirena, pues observamos que la coca, tomada como hoja sagrada en la cosmovisión indígena es un producto absolutamente mercantil, se expanden sus cultivos, se transforma en cocaína que se vende a altos precios a hombres y mujeres que envenenan sus vidas y destrozan su existencia pagando un alto valor que enriquece a unos pocos productores, traficantes y sicarios. La coca como coca no se acullica gratis tampoco, se vende a precio de mercado. Los catos de plantaciones se discuten acaloradamente e incluso estas plantaciones están causando serias guerras intestinas entre los cocaleros que se dedican al cultivo, unos de yungas, otros del chapare y que pelean por ganancias económicas, dinero, rentabilidad y no porque la hoja es sagrada y se quema o consume en templos. Ni qué decir del tráfico que genera la coca excedentaria e intocable.
Esta falsa moral hiere no sólo la inteligencia sino los espíritus de quienes miramos la moda que se intenta imponer, la moda del Socialismo del Siglo XXI, con atuendo indigenista y ahora de propulsor de la Madre Tierra, mientras los ríos siguen contaminándose con desechos de minerales, hay gran mortandad de peces, las tierras del chapare se acidifican por los agroquímicos utilizados para el cultivo de coca, la carretera Villa Tunari- San Ignacio de Moxos partirá el parque Isiboro Sécure provocando un gran daño a las especies y el medio ambiente, y mientras los ciudadanos bolivianos viven un clima beligerante, persecuciones políticas, avasallamiento de instituciones, de la justicia, del órgano electoral, militarización creciente, destitución de cargos por simple acusación y cárcel, encarcelamiento por causas políticas, encarcelados como animales y exhibidos como un trofeo en el zoológico del panóptico, privados del contacto con la Madre Tierra, con los árboles, con la luna, con el sol, con la justicia y los derechos elementales con los que vinieron al mundo.
¿Acaso la Ley de la Madre Tierra no es una gran impostura?
(*) Senadora del Estado por el departamento de Santa Cruz
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