Jueves 09 de diciembre de 2010

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Está visto que los viejos no están de moda. Lo que hoy interesa es la gente joven. Es la que impera en la publicidad, los modelos de vida y consumo, el ideal impuesto a nuestra sociedad. A ello se añade la costumbre de la jubilación anticipada, el desprecio fomentado por ciertos sectores que adoran la salud, la belleza física y el culto al cuerpo como ídolos irrenunciables, y en general la marginación a los que son sometidos por una población activa que los confisca en asilos y residencias.
Eso no fue siempre así. El papel de los seniores (senadores) en las culturas antiguas era bien preponderante. Basta releer De senectute de Cicerón para comprobar el aprecio por la aportación de madurez, buen criterio y consejo que se atribuía a la edad provecta
Una de las facetas de este último tramo de la vida humana, quizás la más entrañable, es la de ser abuelos. Un papel fundamental en la vida de la familia que se ha ido complicando con las dificultades de la vida actual, porque, o no están al ser recluidos en residencia, o si están, no dan abasto con sus nietos, ya que los padres paran poco en casa.