Jueves 09 de diciembre de 2010
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El otro día buscaba en mi ropero los chullu-chullus que guardo desde mi niñez para adorar al Niño Dios que pronto nacerá, cuando mi labor fue interrumpida por la llegada de mi comadre Macacha quien al verme se echó en mis brazos para luego mostrarme su ojo derecho amoratado mientras el izquierdo parecía pinchado pues un chorro de lágrimas brotaba de sus pupilas.
Al verla en estado tan lamentable, mi espíritu varonil se puso de pie y con voz indignada pregunté a mi pariente espiritual: -¿Quién ha osado levantarle la mano sin respetar su condición de mujer?, ¡dígame el nombre de su agresor y yo le borraré hasta el apellido!
La pobre comadre apenas podía hablar porque la rabia y el dolor se lo impedían, hasta que farfullando me pidió que sacara del refrigerador un poco de carne cruda para colocarla sobre su ojo hinchado y desinflamarle el párpado que a ratos era morado y a ratos negro.
La curé provisionalmente con la aplicación dé unos hielos que pasé por todo su rostro, e insistí en que condujera hasta el sitio donde: fue agredida salvajemente para hallar a su atacante y sacarle la contumelia que no sé dónde se encuentra y así vengar la cobarde agresión a mi comadre cochabambina.
