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Domingo 05 de diciembre de 2010

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Revista Dominical

En la entrada de su Bicentenario

Potosinos bailaron al ritmo de la diablada orureña

05 dic 2010

Fuente: LA PATRIA

Sólo la cultura puede unir a los bolivianos sin importar fronteras • La Diablada Artística Urus sentó soberanía de la danza en la Villa Imperial • Por: Dehymar J. Antezana A. - Periodista

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“Diablada orureña brilló en el Bicentenario de la Villa Imperial”, “Espectacular diablada de Oruro se robó el corazón de los potosinos”, “Diablos orureños sentaron soberanía de la diablada en Potosí”, “Potosí se transformó en un “infierno” por presencia de diablada orureña”, títulos que podrían ser de portadas de periódicos después de la brillante y espectacular presentación de la Diablada Artística Urus, ocurrido el sábado 27 de noviembre de este año en la entrada del Bicentenario de la Villa Imperial.

Sin embargo, al margen de lo espectacular y brillante de la actuación de la diablada orureña y que sentó soberanía de la danza en la tierra de Carlos V, los potosinos se regocijaron, emocionaron, lloraron, cantaron y bailaron al ritmo de la música y danza de la Diablada Artística Urus, que una vez más brilló por sí sola y lo que es más gratificante mostró una faceta de la riqueza del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

Si bien no es lo mismo contarlo que vivirlo, por lo menos a través de nuestro relato imaginaremos lo sucedido. Lo positivo de todo es que una vez más está demostrado que para la cultura no hay fronteras y ese día, aunque raro parezca escucharlo debido a tantos problemas entre dos departamentos, Oruro y Potosí volvieron a ser hermanos.

ENTRADA

Una de las actividades culminantes de la celebración de los 200 años del grito libertario del 10 de Noviembre de 1810, fue la entrada folklórica cultural del Bicentenario que reunió a varios conjuntos folklóricos que mostraron la diversidad de danzas que existen en Bolivia.

El acontecimiento estuvo organizado por el Comité Bicentenario de la Villa Imperial. Hubo mucha expectativa del público acerca de la entrada, ya que desde temprano se instalaron en la ruta programada, que partió del Campo de Marte, para continuar por la calle Cívica, Oruro, Mercado Central, Bolívar, La Paz, Hoyos y terminar en la Plaza 10 de Noviembre.

Entre las danzas se pudo apreciar, chacareras, tinkus, caporales, morenadas, tobas, zampoñadas y danzas típicas de Potosí, cuyos personajes estaban vestidos elegantemente como en la época de la colonia y republicana.

Pero, sin el ánimo de ser presumidos una de las danzas más esperadas de ese día fue la diablada de Oruro y no precisamente porque lo digamos nosotros, sino porque así lo expresaron los mismos potosinos, ya que cuando se iba al punto de partida, todos preguntaban el horario de ingreso de la Diablada Artística Urus.

DIABLADA

De acuerdo al Comité Organizador de la entrada, el último conjunto en ingresar debía ser la Diablada de Oruro. Y fue casi así, los diablos del buzo celeste se colocaron prestos a ingresar. Si bien había una banda de música en el lugar de la partida, no era la contratada.

Así que se tuvo que esperar por varios minutos a la banda de música Briza Integral, que debía entrar con la diablada, sólo que su presencia se hacía esperar porque ingresaba con otro conjunto folklórico.

Como la banda de música no llegaba al punto de partida y la Policía presionaba para el ingreso de la diablada, no quedó otra que partir sin banda por las primeras tres cuadras de la entrada.

Si bien la gente que estaba apostada en el lugar, reclama y pedía que la diablada espere hasta la llegada de la banda de música, los diablos decidieron seguir su paso al ritmo de cánticos característicos de la institución y del Carnaval de Oruro, como ocurrió en el Primer Convite del 2008, cuando por posturas políticas los músicos de Oruro decidieron castigar a los conjuntos folklóricos.

Ese panorama de confusión fue cambiando de a poco, porque a medida que se escuchaba el ruido de las espuelas, las monedas de las fajas, los gritos infernales de los diablos y los cánticos, el pueblo potosino espontáneamente comenzó a acompañar con aplausos el paso de la Diablada Artística Urus.

Ese peregrinar duró solo tres cuadras, porque después el mismo público no permitió que la diablada siga avanzando, por lo menos hasta que llegue la banda de música.

Mientras se hacía la espera, varios ciudadanos se acercaron a dar su voz de aliento a los diablos. Otros estaban indignados en contra de los organizadores por la falta de diligencia hacia sus invitados de lujo.

No sólo eran potosinos los que protestaban, sino también se encontraron a ciudadanos paceños que por azares del destino ese día se encontraban en esa ciudad.

“¿Será que por el problema limítrofe que existe entre Oruro y Potosí, es que les están saboteando con la banda?, dijo uno de los paceños en medio del público. A lo que inmediatamente fue respondida por los orureños, que esa situación no era así.

Otras señoras decían: “¡Vamos a ir a hacer escándalo a los organizadores, ustedes vienen desde lejos y no es posible que les traten así!”.

También había orureños de otras diabladas que no estaban participando en la entrada, ellos, mostraron su solidaridad y apoyo debido a la falta de banda que no había.

BANDA

Tras largos minutos de espera, los músicos comenzaron a llegar de a poco en medio de silbidos del público, que con expectativa esperaban ver bailar a los diablos de Oruro.

Una vez constituida en el lugar la banda de música Briza Integral, comenzaron a sonar las primeras melodías de los “diablos locos”. Esa calle se convirtió en un verdadero infierno, por los gritos ensordecedores de la corte infernal y del público que vibraba con emoción.

Lo que aconteció posteriormente, es algo complicado de describirlo, debido a que sencillamente el ingreso de la Diablada Artística Urus, fue un atentado a los sentimientos, incluso más fríos de un ser humano.

Hubo desde llanto descontrolado hasta emoción indescriptible, como el que vivieron dos señoras, orureñas ellas, que por razones del destino no llegan a su ciudad natal desde hace una treintena de años, pero que ese día tuvieron la oportunidad de ver a su diablada.

Sus ojos se convirtieron en un mar de lágrimas, añorando la tierra que las viera nacer. No tenían palabras para expresar lo que sentían.

De ese sentimiento se contagió también el público potosino que aplaudió en todo momento a los diablos del buzo celeste, bailaron junto a ellos, las fotografías llovían por doquier, estaban hipnotizados por el fuego que salían de las caretas, el brillo de la vestimenta, las luces de colores.

Oruro se había apoderado de la Villa Imperial a través de su danza, de su diablada que imponía su soberanía.

En medio del público se escuchaban gritos como “¡Viva Oruro, viva Potosí!”, “¡Viva la diablada de Oruro!, ¡Viva Bolivia!” Era una muestra de hermandad a través del folklore y quizás lo único que realmente pueda unirnos de las diferencias políticas, económicas, incluso de territorio que existen actualmente.

Los diablos, chinas, osos, luciferes, satanaces, doble caras lucieron el lujo, belleza, colorido y magnificencia de la Obra Maestra.

Ya era casi la medianoche y el público continuaba esperando en las calles adyacentes a la Plaza 10 de Noviembre a la diablada, que de a poco se acercaba para culminar con broche de oro, la entrada del Bicentenario.

PLAZA

El clímax total se vivió en la explanada de la Plaza 10 de Noviembre, donde estaba ubicado el palco oficial, los organizadores en coordinación con la diablada habían previsto morteros para la explosión de juegos pirotécnicos, que iluminaron la noche potosina.

La banda de músicos tomó su ubicación y seguidamente, la Diablada Artística Urus comenzó a hacer su paso. La algarabía era total, los locutores del palco hacían su relato con un nudo de emoción en la garganta, y ponderaban a los diablos por el espectáculo que brindaban, en medio de la lluvia de fuego.

Tras la demostración de varios minutos, los integrantes de la diablada saludaron el Bicentenario de la Villa Imperial y le regalaron dos cuecas, una de ellas titulada “Potosí” fue coreada a voz en cuello por los asistentes que no daban crédito a lo que vivían, ya que la noche se había convertida en mágica e infernal.

El sello de la unidad se vio en la cueca “Viva Mi Patria Bolivia”, instantes después los diablos del buzo celeste salieron del lugar aplaudidos por el júbilo de los corazones potosinos.

Pero la fiesta no terminó ahí, porque la danza infernal continuó desfilando por las calles de Potosí, con los huayños de la Urus, hasta llegar a la sede que se había dispuesto para la concentración de la diablada.

Los ciudadanos siguieron a la Diablada Artística Urus, bailaron y lloraron de emoción. Un espectáculo que pocas veces se suele observar, unificó a dos departamentos hermanos, que vivieron una jornada que no será borrada por nada del corazón.

Fuente: LA PATRIA
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