Quise escribir Diciembre mes de la Navidad pero mi máquina de escribir que es juguetona me cambió el título de esta crónica y salió: “Diciembre, mes de la Vanidad”. Por algo será. Es que Navidad y Vanidad se escriben con las mismas letras aunque éstas conforman dos palabras que nada tendrían que ver entre sí.
Quien siempre me anuncia la llegada de un nuevo mes es mi comadre Macacha y no lo hace por buena ni por puntual sino para recordarme que nuevamente llegó el 1° de un muevo mes y que, por lo tanto, debería a abonarle los intereses que debo pagarle por el préstamo que me otorgó el pasado mes de Febrero y sobre el cual no le pagué hasta ahora un solo centavo a cuenta de capital e intereses.
Esta mañana llegó muy temprano a mí casa y me dijo: “Buenos días, compadre Paulino, hoy comienza el mes de Diciembre, el mes más hermoso del año, el mes de la Navidad, el mes de los Aguinaldos, el mes del Árbol de la Navidad, el mes de los Pastores, el mes del Nacimiento del Niño Dios, el mes de la cancelación de los impuestos a la propiedad urbana y el mes del Balance Anual del 2010”.
Con el ceño fruncido y sin asomo de una sonrisa, respondí a su saludo con un sobrio “buenos días” y me dirigí al cuarto de baño de donde salí a los cuarenta y cinco minutos luego de haber hecho un balance diario de mi situación económica que culminó con un desagüe ruidoso del tanque de mi inodoro que significa “la situación está fregado pero venceremos”.
Al salir del baño, mi comadre Macacha me esperaba en el pasillo y al verme pasar recién bañadito y peinado me dijo: “Qué bien huele usted, compadre y cada día está usted más joven”, piropo mentiroso que agradecí, dirigiéndome al comedor donde desayunamos api con buñuelos y probamos de un delicioso panetón que ella me había traído de regalo para iniciar bien este mes de Diciembre que comenzaba.
Para tranquilizarla le mentí para decirle que acababa de recibir una remesa de España, proveniente de mi esposa y que alcanzaría para pagarle los intereses del crédito que me concedió en Febrero, palabras que consiguieron una amplia sonrisa de mi pariente espiritual, quien volvió a ponderarlas fiestas de la próxima Navidad.
Cuando me prometió que me ayudaría para levantar un hermoso árbol de navidad en mi casa, le dije que ese afán, era muy fatigante, replicándome, que yo no tendría que realizar ningún esfuerzo sino solamente colaborar con algunas luces de colores y sobre todo con mis bolas de adorno.
Cuando ella me propuso con gran entusiasmo que construiríamos un hermoso Belén para que allí naciera el Niño Dios le dije que la situación en Medio Oriente era muy preocupante y que en cualquier momento Israel podría ser atacado por misiles provenientes de Irán que es ahora aliado de Bolivia, Macacha me aseguró que los misiles iraníes no llegarían jamás a territorio boliviano.
Al conocer esta noticia, dije a mi comadre que en nuestro Belén que armaremos colocaríamos ovejitas blancas y negras, una vaquita y un burrito, sugiriéndome Macacha que también colocáramos allí fotografías del Canciller Choquehuanca y del Ministro de Economía y Finanzas, el señor Arce.
Cuando me habló de hacer una lista de regalos navideños que deberíamos adquirir para obsequiar a parientes y amigos, le dije que el horno no estaba para bollos y que mi aguinaldo no alcanzaría para regalos porque yo debía mucho dinero y que prefería pagar mis deudas pendientes, gesto que agradeció.
PAULOVICH
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