La verdad es que hace mucho tiempo que en Oruro nos debatimos entre muchos pedidos y variadas perspectivas, sin que tales planteamientos puedan tener respuestas concretas, prácticas y efectivas.
Cuando se trata de un pliego petitorio el documento de marras es el mismo con los pedidos de siempre, algunos mínimamente actualizados por efecto del tiempo, pero sin mayor trascendencia en su efecto de respuesta a la inquietud ciudadana que se arrastra desde hace muchos años y todavía siguen anotados en el pliego insatisfecho.
Es realmente incomprensible el tratamiento que se da a Oruro en la atención de sus proyectos. Simplemente como ejemplo más de medio siglo esperando que se haga realidad la carretera Oruro – Pisiga, pese a una serie de avances en materia de financiamientos con soportes externos, que inclusive en las condiciones más blandas no cumplen su objetivo de concretar lo que para los orureños representa uno de sus mayores anhelos.
Resulta que sobre ese tema, con la mayor tranquilidad del caso, el máximo ejecutivo de la Administradora Boliviana de Caminos (ABC) no aclara cuál debiera ser la suerte no sólo de un tramo conflictivo sino del proyecto en su totalidad, desde la ciudad hasta Pisiga. ¿Cuánto más demandará esa obra en función de tiempo y gastos…? No hay respuesta concreta.
El Puerto Seco ya tiene hasta una linda maqueta y si embargo, no se define su localización. Hay problemas en un estudio preliminar y de acuerdo a la posición de expertos profesionales, su instalación en la zona donde se encuentra el más importante acuífero, que proporciona agua potable a la ciudad, no es la más conveniente. Mientras tanto toda una infraestructura que está prácticamente lista para empezar el emprendimiento no es tomada en cuenta pese a que inclusive cuenta con infraestructura moderna y una pista de rodaje para operaciones aeroportuarias. Parecería que hay deseo de gastar a como de lugar en un distrito que justamente tiene las mayores limitaciones de presupuesto.
El aeropuerto “internacional” parece que es el proyecto que está avanzando, por lo menos se observa “movimiento de tierras”, aunque tampoco se cumple con el requisito específico de tener el proyecto a diseño final para establecer límites de su extensión, ubicación plena y en base a tales datos solucionar la propiedad de terrenos y en algunos casos de viviendas que posiblemente debieran ser derruidas. El proyecto marcha, pero no ha sido saneado como corresponde y esa irregularidad ocasiona muchas preocupaciones.
Se habló no hace mucho tiempo de una excelente posibilidad de unir criterios, esfuerzo y voluntad entre orureños a través de la representación política, cívica, empresarial y laboral de la región para movilizarnos y concretar nuestros proyectos. Este debería ser el tiempo preciso para asumir responsabilidades conjuntas y concretas. Estamos en el último mes de otro año en el que ninguno de nuestros proyectos avanzó como lo planificamos. Ahora es prudente que definamos una estrategia más seria y dinámica para que al comenzar la próxima gestión nuestros proyectos avancen…pero de verdad.
Fuente: LA PATRIA
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