Jueves 25 de noviembre de 2010
ver hoy
Las enfermedades, preocupaciones, desgracias, necesidades y enemistades, también guerras y crímenes no son enviadas por Dios sino que se trata de efectos de causas anteriormente creadas por cada implicado. Quien haya escuchado hablar sobre la ley del Karma, ve la lógica de la reencarnación del alma en un cuerpo terrenal, pues el karma se originó sólo por causas creadas en esta o anteriores encarnaciones.
Esta Tierra es la escuela de todos y a toda alma le es dada la posibilidad de poner en orden su culpa en la materia y liberarse de las causas a tiempo, sin tener que vivir sus efectos. Por eso una vida que sólo se orienta hacia la materia, es tiempo y energía derrochados. Así acusan a Dios por enfermedades y fracasos, pero Él no castiga ni condena, El no puede intervenir en la ley que hemos creado cada uno, en los efectos que siguen a las causas. Pero Dios es un Regente que nos ama inconmensurablemente y que está lejos del castigo y la condenación. El hombre mismo es el que levanta día a día su vara de castigo.