El anzuelo más efectivo en el mar de la pobreza es el que tiene como carnada el dinero
22 nov 2010
Por: Walter Milton Rojas Ledezma
Inicio este epígrafe con aquel adagio que dice “quien bien te quiere te hará llorar”, porque te dirá las verdades aunque te duelan y nosotros agregaríamos por el bien de la Patria porque ahora pasaremos a examinar con franqueza la fundación que ha tenido y que debe tener la institución armada en el devenir histórico del país.
El punto neurálgico, quizá como en ningún país del continente, ha sido la conducta arbitraria de la llanada institución tutelar de la Patria que en los más de 180 años de vida republicana ha protagonizado más de dos golpes subversivos por año, ha impuesto 41 militares como presidentes, después de los breves periodos del Libertador y el Mariscal de Ayacucho que no entran en estos cómputos. Han retenido y ejercido el gobierno durante largos periodos que suman más de 84 años frente a los 29 presidentes civiles que han ejercido precariamente el poder por un lapso inferior a los 65 años antes del último golpe militar del año 1971; los presidentes civiles y militares, han durado un periodo de solo 24 meses en el gobierno, en circunstancias en que el periodo constitucional en ese entonces era de 48 meses; así mismo hubo casos en que algunos presidentes ya electos, no llegaron a asumir su mandato y, otros que ya habiendo tomado posesión de su cargo, apenas duraron algunos días y en ciertos casos pocas horas en la Primera magistratura del país, haciendo una reseña histórica tuvimos seis generales de presidentes en menos de 48 horas, todo un record mundial.
De este modo el ejercito en vez de ser una institución tutelar vale decir, que protege y defiende no sólo el territorio nacional, sino también la vida democrática, se ha convertido en una fuerza que ha contribuido a la convulsión social y la inestabilidad política e institucional, debido a su intervención y exabrupto intromisión en el ejercicio del poder público, derribando gobiernos constitucionales, mientras tanto nos han desmembrado por los cinco costados convirtiéndose en la piel de Zapa del continente. En vez de reñir sus actos y su función a la constitución y las leyes acatándolas y haciéndolas cumplir en resguardo del régimen legalmente constituido, ciertos jefes y oficiales a nombre de su institución las han avasallado sin tasa ni medida, por esa causa Bolivia ha estado oscilando entre los consabidos golpes militares y cruentas traiciones inenarrables, que han sido la regla, frente a la excepción de esporádicos interregnos de algunos gobiernos civiles elegidos en libres comicios.
Éste es un mal endémico que tiene que desaparecer, no solamente de nuestro país, que acusa los síntomas más alarmantes, sino también de todo el mundo. A lo largo de nuestra historia, el ejército casi siempre ha jugado un rol pernicioso, desdoblándose en fuerza política y deliberante, con resultados desastrosos para la Patria.
Por eso es el momento de hacer un examen franco y valiente de nuestra conciencia patriótica y preguntar a ciertos jefes y oficiales de las FF.AA. ¿quiénes prefieren dedicarse a la política militante y activa del país, y quiénes a su institución? Esto con el fin de garantizar la vida institucional y democrática del país. Porque las Fuerzas Armadas no pueden subsistir como fuerza política armada, inmiscuyéndose en una actividad totalmente ajena e incompatible con su función intrínseca y específica, cual es vigilar y defender el territorio.
Todos los que amamos a nuestra Patria tocamos dianas para que aquellos jefes que hoy predican frases totalmente salidas del entorno militar vuelvan a sus cuarteles y dejen el prorroguismo a costa de cualquier cosa, o en su defecto despojarse de su investidura para dedicarse de lleno al sacerdocio de la política. No sea que mañana en una total inversión de funciones los políticos hagan de militares o la inversa. Menos mal que existen corrientes institucionalistas y con una clara visión de los peligros que acechan al país, quieren alejar a su institución del ejercicio del poder público que ha diezmado y debilitado su unidad y organización.
Dedicarse íntegramente al lema del mar nos pertenece por derecho y recuperarlo es un deber.
(*) Abogado
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