Siempre ha sido más fácil recordar que olvidar para el ser humano. Esto ha cambiado en la era digital. Los contenidos de Internet no se olvidan ni tampoco las palabras que se usaron en una búsqueda. Entre Google, Facebook, Yahoo y Microsoft, cuatro de las más grandes empresas digitales del planeta, se gestionan los datos de casi 2.000 millones de personas. Con este panorama, parecen necesarios cambios legislativos sobre la protección de datos en Internet, pero también un cambio en la mentalidad de la sociedad para evitar compartir datos en la red sin la suficiente seguridad.
La etimología de la palabra recordar viene del latín re- (de nuevo) y cor cordis (corazón), volver a pasar por el corazón, lo que implica que el mismo proceso de recordar tiene mucho de creación al intervenir la imaginación. Como el recuerdo, el olvido es una parte fundamental de la experiencia humana y del pensamiento; nuestro cerebro se colapsaría si pudiéramos recordar con exactitud cada hecho del pasado y cada estímulo que recibimos.
Internet ha cambiado la forma en que se conciben estos conceptos. “¡La Red ha olvidado cómo olvidar!” dijo hace más de doce años el experto en medios J.D. Lasica. En la era de Internet basta con escribir un nombre en el buscador para que aparezca todo tipo de información sobre esa persona: su perfil en Facebook, sus publicaciones en la red y cualquier huella digital que haya dejado en el pasado.
Las redes sociales agravan el problema, porque en ellas se publica lo que hasta ahora se consideraba información privada, incluso íntima. Según un estudio realizado por el portal de empleo CareerBuilder, en el año 2009, alrededor del 45% de los empleadores usaron las redes sociales para investigar a los candidatos de un trabajo. El 35% de éstos no contrataron a candidatos por el contenido con el que se encontraron en sus perfiles.
“No creo que la sociedad entienda lo que sucede cuando todo está disponible, listo para ser conocido y almacenado indefinidamente”, dijo Eric Schmidt, consejero delegado de Google en una entrevista concedida a The Wall Street Journal. Además está el problema de la veracidad de la información. Un estudio reciente del ministerio de Educación argentino reveló que el 75% de los niños entre 10 y 17 años creían que todo lo que aparecía en la red era cierto. Para sacar del error a sus jóvenes, el ministerio ha abierto en su página web una guía para alertar de los riesgos de Internet y para dar consejos de una mejor utilización de los recursos que la red pone a su alcance.
Por su parte, Francia se ha planteado desde el año pasado regular por ley el derecho al olvido en Internet. La idea es que una persona pueda eliminar cualquier información que aparezca sobre ella en Internet y que haya sido publicada por terceras personas. Además, se está estudiando la posibilidad de que los perfiles de las redes sociales tengan por defecto el máximo nivel de seguridad y confidencialidad, al mismo tiempo que reconocería el derecho a que, en caso de solicitarlo, su cuenta fuera borrada sin dejar rastro y no como hasta ahora, que la información se queda almacenada en los servidores de la red social.
No sólo los estados se han preocupado por este tema y cada vez son más las campañas ciudadanas que piden una mayor regulación y concienciación sobre la información contenida en Internet y sobre el derecho al olvido. Una de las campañas que más eco han tenido hasta ahora ha sido “Reinventando el olvido”, basada en el trabajo de Viktor Mayer-Schönberger, quien asegura que la red ha alterado de manera fundamental qué información puede ser recordada, cómo puede ser recordada y a qué costo. El profesor de políticas públicas, propone en su libro The virtue of forgetting in the Digital Age que los datos en Internet tengan fecha de caducidad, es decir, la creación de mecanismos que permitan al usuario decidir cuánto tiempo quieren que sus datos permanezcan en la red.
Disponer de toda la información en un doble click es un avance, pero también puede suponer un riesgo para el derecho a la privacidad de los ciudadanos. Ser conscientes de ello es el primer paso para prevenirlo y un buen punto de partida para exigir a los gobiernos una mejor regulación de la información en Internet.
(*) Periodista, ccs@solidarios.org.es
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