La sorpresiva visita, su aparición en público y hasta la insulsa y oficiosa opinión del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) José Miguel Insulza, dejó una imagen deteriorada del representante del organismo internacional entre los bolivianos que nos preciamos de defender y luchar por la vida democrática de nuestro pueblo.
Insulza se ha convertido en la caja de resonancia del Gobierno boliviano y lo que es más, su vocero en la OEA, para expresar su admiración “por el proceso de cambio y transformación democrática de Bolivia para vivir bien”. Quizá para él sea un proceder correcto la judicialización de la política y los procesos judiciales y suspensiones contra políticos de la oposición”, hecho que le obliga a pensar que los bolivianos vivimos bien.
Curiosamente la visita de Insulza pretendió ser una acción contestataria a la opinión de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, quien demandó y pidió que “en Bolivia hay que luchar contra el racismo pero sin pisar los derechos civiles y la libertad de expresión”, luego de una evaluación y valoración de los derechos humanos en el país.
La representante internacional de las Naciones Unidas reclamó también por el debido proceso que se tiene que respetar para demostrar las acusaciones que realizan las autoridades de la Administración de Juan Evo Morales Ayma, situación que perece ignorar el Secretario General de la OEA al recomendar como ejemplo al Gobierno Boliviano a seguir en todo el mundo.
La posición de José Miguel Insulza, sin embargo, no debe motivar preocupación en los bolivianos, porque se debería tomar como de quien viene, puesto que en enero de 2008 ya tomo partido y ofreció amplio respaldo a la nueva Constitución Política del Estado aprobada por el Movimiento Al Socialismo (MAS) sin consenso y en una acción que fue reprochada por los bolivianos.
El Secretario General de la OEA con seguridad quiere vivir bien y seguir viviendo bien, por eso tiene que justificar su apoyo -algunas veces incondicional- a los gobiernos de Bolivia, Venezuela y Brasil, incluyendo el suyo que es Chile, para permanecer en esa delicada y alta función, porque lo contrario podría genera un pedido bolivariano de cambio.
La opinión de Insulza resulta realmente interesada cuando señala: “Nosotros admiramos como en Bolivia se ha ido transformando la vida, como se ha ido permitiendo que la gente viva bien, al mismo tiempo manteniendo la capacidad de diálogo y manteniendo un conjunto de valores que son intrínsecos de la democracia”, puesto que no dice nada de las muertes y los hechos ocurridos en distintas zonas del país resultado de la política del gobierno con un costo de al menos 60 vidas de personas que han muerto demandando atención del Gobierno, hecho que para el representante de la OEA resulta ser “un escaso costo humano”.
El chileno Insulza tampoco hizo referencia a la situación de los periodistas bolivianos que demandan respeto a la libertad de expresión, porque considera que Bolivia, “es un Estado democrático en plena transformación revolucionaria, es un ejemplo para el continente”. Esa opinión puede ser interesada, puesto que José Miguel Insulza es reconocido incluso como amigo y hermano del presidente Evo Morales, quien ha pedido que la OEA se convierta en un instrumento de liberación de los pueblos.
Pedir que el Secretario General de la OEA recapacite y conozca la posición de los bolivianos, quizá resulte ser algo imposible, como lo es hasta la fecha la salida al mar que reclamamos los bolivianos luego de la cruenta Guerra del Pacífico y que cada vez se aleja más, por la política marítima de la Administración del presidente Evo Morales, quien prefiere hablar con el Brasil y el Perú, antes que reclamar un derecho que en justicia nos asiste a todos los bolivianos y que además es irrenunciable como establece la Constitución Política del Estado Plurinacional.
(*) Periodista
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