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Domingo 21 de noviembre de 2010

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Cultural El Duende

Alfonsina Storni

21 nov 2010

Fuente: LA PATRIA

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Epitafio para mi tumba

Aquí descanso yo: dice Alfonsina

El epitafio claro al que se inclina.

Aquí descanso yo, y en este pozo,

Pues que no siento, me solazo y gozo.

Los turbios ojos muertos ya no giran,

Los labios, desgranados, no suspiran.

Duermo mi sueño eterno a pierna suelta,

Me llaman y no quiero darme la vuelta.

Tengo la tierra encima y no la siento,

Llega el invierno y no me enfría el viento.

El verano mis sueños no madura,

La primavera el pulso no me apura.

El corazón no tiembla, salta o late,

Fuera estoy de la línea de combate.

¿Qué dice el ave aquélla, caminante?

Tradúceme su canto perturbante:

Nace la luna nueva, el mar perfuma,

Los cuerpos bellos báñanse de espuma.

Va junto al mar un hombre que en la boca

Lleva una abeja libadora y loca:

Bajo la blanca tela el torso quiere

El otro torso que palpita y muere.

Los marineros sueñan en las proas,

Cantan muchachas desde las canoas.

Zarpan los buques y en sus claras cuevas,

Los hombres parten hacia tierras nuevas.

La mujer, que en el suelo está dormida,

Y en su epitafio ríe de la vida,

Como es mujer, grabó en su sepultura

Una mentira aún: la de su hartura.

Dolor

Quisiera esta tarde divina de octubre

Pasear por la orilla lejana del mar;

Que la arena de oro, y las aguas verdes,

Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,

Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas

Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos

Y la boca muda, dejarme llevar:

Ver cómo se rompen las olas azules

Contra los granitos y no parpadear;

Ver cómo las aves rapaces se comen

Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas

Hundirse en las aguas y no suspirar:

Ver que se adelanta, la garganta al aire,

El hombre más bello; no desear amar…

Perder la mirada, distraídamente,

Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,

Sentirme el olvido perenne del mar.

Voy a dormir

Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos encardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;

una constelación;

la que te guste;

todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola; oyes romper los brotes…

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

para que olvides… Gracias. Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido…

A madona poesía

Aquí a tus pies lanzada, pecadora,

contra tu tierra azul, mi cara oscura,

tu, virgen entre ejércitos de palmas

que no encanecen como los humanos.

No me atrevo a mirar tus ojos puros

ni a tocarte la mano milagrosa:

miro hacia atrás y un río de lujurias

me ladra contra ti, sin culpa alzada.

Una pequeña rama verdecida

en tu orla pongo con humilde intento

de pecar menos, por tu fina gracia,

ya que vivir cortada de tu sombra

posible no me fue, que me cegaste

cuando nacida con tus hierros bravos.

Fuente: LA PATRIA
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