¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
Epitafio para mi tumba
Aquí descanso yo: dice Alfonsina
El epitafio claro al que se inclina.
Aquí descanso yo, y en este pozo,
Pues que no siento, me solazo y gozo.
Los turbios ojos muertos ya no giran,
Los labios, desgranados, no suspiran.
Duermo mi sueño eterno a pierna suelta,
Me llaman y no quiero darme la vuelta.
Tengo la tierra encima y no la siento,
Llega el invierno y no me enfría el viento.
El verano mis sueños no madura,
La primavera el pulso no me apura.
El corazón no tiembla, salta o late,
Fuera estoy de la línea de combate.
¿Qué dice el ave aquélla, caminante?
Tradúceme su canto perturbante:
Nace la luna nueva, el mar perfuma,
Los cuerpos bellos báñanse de espuma.
Va junto al mar un hombre que en la boca
Lleva una abeja libadora y loca:
Bajo la blanca tela el torso quiere
El otro torso que palpita y muere.
Los marineros sueñan en las proas,
Cantan muchachas desde las canoas.
Zarpan los buques y en sus claras cuevas,
Leer más
Los hombres parten hacia tierras nuevas.
La mujer, que en el suelo está dormida,
Y en su epitafio ríe de la vida,
Como es mujer, grabó en su sepultura
Una mentira aún: la de su hartura.
Dolor
Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;
Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar
Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar:
Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear;
Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;
Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar:
Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar…
Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;
Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.
Voy a dormir
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos encardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación;
la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola; oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides… Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
A madona poesía
Aquí a tus pies lanzada, pecadora,
contra tu tierra azul, mi cara oscura,
tu, virgen entre ejércitos de palmas
que no encanecen como los humanos.
No me atrevo a mirar tus ojos puros
ni a tocarte la mano milagrosa:
miro hacia atrás y un río de lujurias
me ladra contra ti, sin culpa alzada.
Una pequeña rama verdecida
en tu orla pongo con humilde intento
de pecar menos, por tu fina gracia,
ya que vivir cortada de tu sombra
posible no me fue, que me cegaste
cuando nacida con tus hierros bravos.
Fuente: LA PATRIA