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Domingo 21 de noviembre de 2010

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Cultural El Duende

De los libros y los poemas

21 nov 2010

Fuente: LA PATRIA

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Marco Aurelio, alguna vez, así lo refiere en sus Soliloquios, fue escuchado cuando hablaba de su filosofía. Y habló tan mal y enrevesadamente que los nobles presentes que lo escucharon, prejuzgaron que estaban ante un tonto más que ante un filósofo. En esta escena, los asistentes no sabían cómo ocultar su incomodidad y decepción ante el filósofo que no coordinaba sus ideas… Sin embargo, para Marco Aurelio, hablar y debatir en el senado no era de filósofos que amaban el escribir, sino de políticos orales y discursivos (ajenos a un libro).

Un hombre escribe en la arena y no es un libro. Uno de sus discípulos recuerda la escena y la inscribe en sus notas que, posteriormente, son uno de los Evangelios. Otro hombre oye al ángel Gabriel y aquel cántico divino lo transmite a su esposa. Más tarde esos atributos son revelados por sus seguidores en algunos huesos de camello, que más tarde son el Corán. Un tercer hombre viene al mundo a escribir un solo libro, que en postreros días deparará la fama del poeta francés. El primer hombre es Jesús, el segundo hombre Mahoma y el tercero Mallarmé. Jesús dijo ser el hijo de Dios y lo crucificaron. Mahoma dijo ser el profeta de Allah y varias generaciones se convirtieron a ese llamado. Mallarmé dejó un Golpe de dados y un reducido número de poetas hicieron eco de sus fragmentos de lenguaje. Un solo espíritu habla a través de esos hombres y un solo libro se escribe para distintos fines.

Con su muerte, Jesús lavó todos los pecados de los hombres, los pasados, los presentes y los aún no hechos. El Nuevo Testamento rememora ese vía crucis y la reencarnación de Cristo. Con su muerte Mahoma acrecentó el avance de una de las civilizaciones más fascinantes de Oriente y prolongó el Islam. El Corán anota los avatares y orígenes del monoteísmo mahometano en ciernes. Con su muerte Mallarmé no hizo más que detener el placer del pensamiento en su solitaria y personal imaginación. El Golpe de los Dados no es más que un proyecto intelectual que aún se sigue gestando y materializando en obras dispares.

Un hombre escribe un libro que quizá no tiene la mínima importancia para la época que le ha tocado vivir. El autor lo es peor. Irreconocible en la calle y habitante de una silenciosa morada. Si dijera que su libro fue escrito para alimentar su ego, no le creerían. Si dijera que fue escrito para demostrar su humanidad, tampoco lo harían. El libro y él no demarcan a nadie ni son de alguien. Es el libro y el es poeta: solamente una cosa y un sujeto. El libro aquel habla de imágenes lejanas que son de Bagdad o de ambientes que no existen: la Alhambra o el infierno. Dicho libro bien podría haber sido escrito por una amanuense andaluza; pero fue escrito por un poeta boliviano. No obstante, ese libro es la conjura de pocos y el desconocimiento de muchos. Anda sólo entre amigos.

Con la secreta paciencia de un salmón, otro hombre escribe algo que se parece a un delirante dibujo, mitad ideograma, mitad texto. Los poemas vienen acompañados con ciertos ideogramas chinos y jeroglíficos egipcios. Muerte y vida se ciernen en cada uno de ellos. El lector común ignora los significados de esos signos, porque busca el horizonte de aquella página y no hay ningún cielo ni ninguna tierra, sólo un espacio enigmático, misterioso y enjuto. Ese poema es posiblemente de Ezra Pound.

Un hombre quiere escribir un libro de poemas, único e insustituible. Pero las musas jamás lo asisten ni lo visitan a deshora. Pero nada lo detiene ni su falta de inspiración y de humanidad. Elabora un plan lógico para realizarlo. Primero emprende la lectura de varios poemas de un solo autor. Los lee pacientemente a los largo de nueve años, dejando anotaciones por miles. Al principio del décimo año comprende que es difícil escribir un solo poema bajo el método de la lógica. Admira tanto al autor que lee y relee. Siente deseos de abandonar el proyecto. La duda lo abate y hasta lo recrimina. Sin embargo un día vislumbra la forma inefable de aquel libro, las tapas, las hojas amarillentas e inclusive los rasgos metonímicos de algunos poemas. Otra idea renace en su mente, se ha activado algo y no lo cree. Empieza, entonces, a idear un programa computarizado que pudiera escribir poemas en base a otros poemas. La máquina verbal que piensa es atroz; pues tendría que construirlo en base a la selección de algunos poemas de la literatura clásica. Emprende el trabajo. Día a día y noche a noche copia un poema tras otro lógicamente en el lenguaje de la computadora. Los va guardando y procesando. Pasan los años y logra un programa para escribir poemas. Una noche observa cómo su computadora escribe casi de la nada un poema. Ve que son trozos verbales con cierto sentido, aunque torpes en la juntura de algunos verbos y en la sintaxis. Ve también que algunos trazos verbales son insuperables y que hubieran sido escritos por alguien. Esa noche duerme con extraña felicidad e imagina que los poemas han sido robados y publicados a nombre de un autor ficticio, ocultando su proceso y su creación. Observa que tiene relativo éxito y difusión. Ve también que aquel autor ficticio es él mismo.

Juan Carlos Ramiro Quiroga. Bolivia. El texto pertenece a “Hueso Blanco” editado por la Mariposa Mundial, 2007

Fuente: LA PATRIA
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