Miercoles 17 de noviembre de 2010

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Ayer vino a casa a visitarme porque “me echaba mucho de menos” mi comadre Macacha y se lanzó a mis brazos llorando a lágrima viva sin poderme explicar el motivo de su copioso llanto porque apenas podía hablar, diciéndome entre balbuceos:” el Presidente tan guapo que era, todas sus fans suspirábamos por él, pobre mi waway, tan lindo que bailaba la Morenada, ay, ay, aaaaay…” Y yo sin saber lo que le había sucedido a mi comadre, ni el motivo de su llanto inconsolable.
Cuando me pareció que el llanto sobre mi hombro ya estaba de buen tamaño y que la humedad podría recrudecer mi dolor reumático clavicular mientras yo ignoraba el porqué de esas cataratas lacrimales, me atreví a decirle a Macaha: -está bien que llores, comadre palomitay pero al menos dime qué o quién es el causante de tus lágrimas amargas que el olvido…
Le di unos tres vasos de agua calculando que sus lágrimas caídas podrían formar un volumen hídrico de la misma medida, le puse en las manos una toalla de playa para se seque el rostro, las orejas y el cuello que también fueron rogados por el llanto de la cochabambina y al fin pudo contarme, aunque forma entrecortada la raíz de su honda y sincera tristeza: “Es que acabo de verlo a nuestro presidente andar con muletas y me puse tan triste que brotaron lágrimas de mis pupilas y de mis lacrimales, ay, ay, ay, tan guapo que era cuando le echaba sus discursos en el Chapare donde le conocí…”