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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Contingencias de la ley mordaza - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Aunque era previsible, no se esperaba que tropezara tan pronto con su propia sombra. La impaciencia por aplicar le arrebató la máscara. El plazo de 90 días para el reglamento era excesivo. Y ahí tenemos ahora a la vista, de cuerpo entero, la parodia instrumental. El testimonio de la realidad dirimió la controversia mediática.
El primer caso se presentó en Potosí. Por las características conocidas, lo sucedido es una prueba impecable y contundente de esta hipótesis: “La ley de marras gasta la apariencia de ser antirracista, pero lleva una mordaza encubierta contra la prensa y los periodistas”.
El hecho es que una televidente llamó al canal para decir que “es una vergüenza tener autoridades cara de llama”. El conductor del programa cortó, pero ya se había escuchado el ominoso epíteto. Se dijo que esto podía ocurrir y ocurrió. Aunque el periodista no es el autor de la idea racista, contra él se descargó la tormenta: la ofendida concejala le iniciará un proceso penal y el propietario del canal le suspendió del trabajo. Se dice que no es ése el propósito de la ley, pero ahí está el efecto innegable.
A raíz de esa experiencia, muchos programas de parecida índole ya se han suprimido. Allí impera ahora el silencio de la mordaza. El soberano ya no puede opinar ni criticar, por lo menos tan libremente como antes. También él tiene la espada de Damocles sobre su cabeza. Se cita con frecuencia esta expresión de Voltaire: “Detesto lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo”. ¿Alguien de la alta cúpula del MAS sería capaz de hacer suyo dicho pensamiento?
Otro caso se produjo en Oruro. Por quítame allá unas pajas, como quien dice, unos concejiles o concejales le iniciarán también un proceso penal al diario La Patria, por haber utilizado un sinónimo desconocido para los “honorables”. Sin embargo, el famoso término “concejil” (perteneciente al concejo) está en el Diccionario de la Real Academia Española, por lo que correspondería procesar a dicha Corporación y no al emblemático medio de prensa con que cuenta la ciudad “enamorada del gringo y del gitano”.
Pero lo más efectivo para precaverse de la susodicha ley y sus aberraciones draconianas, es la mágica salvedad recientemente descubierta por el senador Isaac Ávalos. El Art. 5 de la ley es específico respecto a la discriminación: se refiere, entre otros tópicos, a la equidad generacional y a la apariencia física. Y no obstante, el honorable se mandó orondo con esta perla: “Que se vayan los viejos, gordos y pelones del comité cívico (Santa Cruz) para que entre la gente joven” ¿Dijo gordo? No hay que mentar la soga en casa del ahorcado, don Isaac. Bueno, a raíz de ello, un diputado de Convergencia decidió iniciarle juicio penal por flagrante discriminación, a lo que Ávalos respondió: “no me va ni me viene; mis declaraciones no fueron de mala fe”.
De tal suerte, amigo lector, si se le ocurre discriminar a alguien, hágalo pero que no sea de mala fe; eso vale, y no pasa nada. “Pero se distorsiona la aplicación de la ley”. No importa, los más capos repusieron la vigencia plena del aforismo jurídico “hecha la ley, hecha la trampa”. Sólo faltaría averiguar -en cada caso- si es de tipo “envolvente” al estilo vicepresidencial o de fuero interno como la de SE con el rodillazo en la cancha (“puedo entender que había una trampa”). De cualquier forma, no es demás cuidarse un poco; la mordaza o San Pedro pueden estar a la vuelta de la esquina. Tampoco olvidarse de que es siempre mejor caminar con el miedo bajo el brazo, por si acaso.
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