Lunes 08 de noviembre de 2010
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Efecto invernadero existe en la rama educativa en casi todos los pueblos. Mencionemos solo el caso de los Estados Unidos que tiene 15 mil planes de estudio. Mientras Cuba tiene un tope de 20 alumnos por cursos algunos sabios-analfabetos de Bolivia piden 50 alumnos, sin darse cuenta que la doble o triple superexplotación al docente se traduce en deficiente enseñanza al alumno. Nicaragua pidió a la comunidad mundial solidaridad con la educación.
Como se sabe casi todo el planeta en materia educativa, está abandona por centenares de años. Los únicos que en América Latina, pusieron el dedo en la llaga fueron Bolívar y Sucre, siguiendo las huellas de Simón Rodríguez de que el alumno debe salir de primaria con oficio y de secundaria con profesión: “Estudiar, Trabajar y Ganar Dinero”, era el objetivo que se cumplía religiosamente.
Traicionado Sucre en Chuquisaca, acuñó el término de que los frutos de la Guerra de la Independencia fueron traicionados. Esta traición en nuestro continente se alarga hasta hoy en día, de otro modo como se justifica que existe la educación racista de educación urbana y rural en pleno gobierno campesino de más de un lustro.
