Bloqueo fronterizo priva a miles de birmanos pobres del único hospital de atención gratuita
07 nov 2010
Fuente: Mae Sot (Tailandia), 6 (EFE).-
Después de que el Gobierno de Birmania (Myanmar) bloquease el acceso al puente sobre el río Moi, que fija la frontera con Tailandia, miles de birmanos sin recursos se han visto privados del único hospital que les atiende sin cobrar.
En la clínica Mae Tao, de la población fronteriza de Mae Sot, el bullicio habitual ha menguado en las últimas semanas, tras la medida que el régimen adoptó para, según dijo, mejorar la seguridad nacional ante las elecciones del 7 de noviembre.
“Desde que cerraron la frontera no nos llega nadie de dentro del país (Birmania). Podemos atender sólo a los inmigrantes que viven en Tailandia, que son la mitad del total de personas que acude a la clínica”, asegura a Efe Eh Thwa, una de las directoras del ambulatorio.
Una procesión de mujeres con sus niños acuden hoy, como cada sábado por la mañana, a la clínica a utilizar el servicio de vacunación.
Cada una trae la cartilla con el historial de vacunas de sus hijos y esperan pacientemente a que el personal del hospital las llame para dar a los niños nuevas dosis o recordatorios.
“En mi aldea (en el estado Mon) había un hospital pero no tenía los servicios que tienen aquí y además tenía que pagar mucho dinero para poder ver a los médicos”, asegura mientras espera su turno Nyine Nyine Aye, una mujer de la etnia pao que emigró a Tailandia para trabajar en una plantación.
“Nunca fui a un hospital en Birmania”, añade a su lado Kyo Mar, otra birmana con su hijo, que cruzó la frontera hace ocho años, también para encontrar trabajo en el campo.
La clínica, fundada en 1989 por la doctora Cynthia Maung, que se exilió tras la represión por las protestas democráticas contra el régimen del año anterior, atendió a 90.000 birmanos en 2009, la mitad inmigrantes ilegales y la otra mitad birmanos que traspasan la frontera para recibir los cuidados.
Un presupuesto de 2,9 millones de dólares nutrido con donaciones de una veintena de organizaciones de cooperación internacionales permiten ofrecer gratuitamente servicios de cirugía, oftalmología, prótesis, odontología, acupuntura o atender enfermedades respiratorias o el sida, azote de las mujeres que llegan a Mae Sot desde burdeles de toda Tailandia.
Familiares de los pacientes esperan en los bancos en el patio del recinto, algunos miran la televisión, otros fuman algún cigarrillo, alguien hace la colada y la mayoría aprovecha para comer algo.
Con el cierre del paso fronterizo los que más sufren son los que viven en las zonas de las minorías étnicas, en el este de Birmania, desplazados de sus hogares por los enfrentamientos entre el Ejército y las guerrillas, en total unas 446.000 personas, según la estimación del Consorcio de la Frontera Tailandia Birmania (CFTB).
“Los problemas aquí son crónicos. Cada año aumenta entre un diez y un quince por ciento el número de gente que viene a la clínica y entre los desplazados la pobreza y la malnutrición empeora cada vez más”, dice Cynthia Maung.
Malaria, tuberculosis y lesiones infligidas por las minas antipersonal son los principales problemas.
Algunos llegan de lejos, incluso desde Manadalay, en el centro de Birmania, según dice Eh Thwa, quien asegura que hasta soldados del Ejército birmano han buscado atención en la clínica.
“Dentro del país faltan recursos y además en las zonas de las minorías no llegan las agencias internacionales que podrían dar servicio a esta población”, apunta la “Doctora Cynthia”, como la llama todo el mundo en Mae Sot.
Un reciente informe de diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) asentadas en Mae Sot detecta entre el colectivo de desplazados una situación “crítica”, donde la malnutrición infantil afecta casi a la mitad de los menores, tres veces más que en el resto del país.
Hasta 138 niños de cada 1.000 mueren antes de los cinco años (la media nacional es de 71; y la de Tailandia, 14), el 60 por ciento, debido a enfermedades tratables y una cuarta parte por culpa de la malaria.
La víspera de las elecciones, ningún birmano en esta zona confía en una mejoría tras la votación.
“Durante los últimos veinte años la situación no ha hecho nada más que empeorar. (El régimen) gasta sólo en el Ejército mientras la pobreza y la discriminación no han parado de aumentar. No hay ningún signo positivo de que la cosa vaya a cambiar”, opina la doctora.
Fuente: Mae Sot (Tailandia), 6 (EFE).-
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