De regreso de su visita a Irán, el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia ha declarado y reiterado (de acuerdo a la Agencia ANF), que Bolivia producirá energía nuclear a partir del “mercurio” existente en el país.
Esa noticia inicialmente me ha dejado pasmado, temiendo que la ciencia y la tecnología de esa República Islámica -que, entre otras cosas, desea borrar a Israel de la faz de la tierra- hubieran alcanzado niveles insospechados. De hecho, que yo sepa, no existe manera de extraer energía nuclear del mercurio, pero soy un simple físico, no un alquimista.
Ante la probabilidad de que se trate de un inocente lapsus (mercurio por uranio) que podría ser utilizado políticamente por la oposición para desprestigiar al líder del proceso de cambio, apelando a la misma saña que mostró el partido gobernante ante otro lapsus (más freudiano, por cierto) de Manfred Reyes Villa cuando confundió “autonomía” con “independencia”, me he preocupado de buscar una explicación racional y coherente a esas declaraciones. De hecho, entre mercurio y energía nuclear hay algunas relaciones, que tal vez estuvieron presentes en las mentes, que nunca descansan, del equipo asesor del Presidente.
Si pensamos en Mercurio como el primer planeta del Sistema Solar, la relación es sugerente: la Agencia Espacial Boliviana, que ya se olvidó del cuento del satélite chino, estaría para enviar una nave hacia Mercurio impulsada por energía nuclear. Entonces, quizás se quiso decir que “se irá a Mercurio usando energía nuclear”, mejor si de noche para evitar las altas temperaturas por la cercanía del Sol.
Alternativamente, la referencia podría ser a Mercurio, el dios romano del comercio, de los ladrones y de la elocuencia, o de su símil griego Hermes, de manera que, herméticamente, la alusión fue al comercio que se abre ante el país con la producción de energía nuclear y de su producto final, la electricidad, que, como profetizó otro dignatario de Estado, será fuente de luz para el mundo. El magistral golpe político, asociado a esta interpretación, es que oscurece la merma de las reservas de hidrocarburos que tanto está enredando a las autoridades del área energética.
Debe descartarse, finalmente, la interpretación más obvia, relacionada con el elemento químico mercurio (símbolo Hg, por su otro nombre hidrargiro, o “líquido plateado”), el cual se usa en las ciencias naturales para medir temperatura y presión; en la medicina para diferentes aplicaciones, hasta para intoxicar a la gente (hidrargirismo); en la industria minera para extraer el oro mediante amalgamas (terminando depositado en los pescados de los ríos amazónicos); en la fabricación de pinturas y terciopelo y, finalmente, en lámparas de radiación ultravioleta para esterilizar instrumentos y ambientes. Son muchos y variados usos, pero ninguno relacionado con la producción de energía y, menos aún, de energía nuclear.
Bueno, acá se queda mi “iranía”, (que sería la ironía cuando alguien llega de Irán), la cual no tiene otro fin que dar sustento a un sabio refrán de mi abuela: “la mofa rebota, la maldición no”; o, en otras palabras, el que de mofa hiere, de mofa muere.
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