Un hecho que nos debe preocupar a toda la ciudadanía y en especial a las instituciones involucradas en la temática, es lo referente a las infracciones cometidas por menores de edad. Se dice con mucho acierto que las escuelas son espacios de socialización, significa que dentro la escuela no sólo existen procesos de enseñanza y aprendizaje, sino de adquisición de cultura diversa.
En ese contexto la escuela reúne a una diversidad de personas, es decir una heterogeneidad de conductas y comportamientos fruto del aprendizaje social primario dentro la familia. La ciencia nos indica que cuando en la familia existe disfuncionalidad extrema, los hijos adquieren comportamientos antisociales y en muchos de los casos son patrones de conducta para sus pares en la escuela. Dentro esa comprensión la escuela se convierte en un escenario propicio para la generación de grupos primarios de infractores. Es decir la escuela es para el menor un espacio y tiempo para adquirir capacidades delictuales o reñidos contra la ley y la moral.
En muchas de las ciudades bolivianas existen numerosas agrupaciones de jóvenes y niños en muchos de los casos, algunos las denominan “pandillas”, y están han sido generadas en espacios escolares y barriales, pero con pares similares, es decir con vivencias similares dentro la comunidad y la familia.
Por tanto, la disfuncionalidad dentro la familia será un indicador de vital importancia para poder prever posibles conductas ilícitas de parte de niños y jóvenes. La disfuncionalidad familiar encierra todo una problemática que debe ser abordada con “conocimiento” por parte de las autoridades. Sin embargo lo que sucede en las escuelas de Bolivia y en especial en las de Oruro, es la total carencia de conocimiento por parte de autoridades, maestros/as y directores/as de las escuelas, es decir no saben como abordar el problema de disfuncionalidad familiar, por ende no tendrán capacidades para afrontar los problemas de pandillismo y primo delincuencia de niños y jóvenes, pero también conductas ilícitas.
Las instituciones que debieran “hacer gestión social” en el hecho reciente nos demostraron una vez más que carecen de una “capacidad institucional” para abordar tal problemática, y sólo dicen que las infracciones de los menores se debe corregir con firmar “onerosos” compromisos con los Padres o simplemente rehúsan su abordaje tal cual sucedió con en el hecho acontecido con niños de una escuela de Oruro, donde ni maestros ni directora se dieron cuenta de los hechos que se estaban dando. Por un lado podemos advertir un total desconocimiento de normas legales y administrativas de cómo poder abordar este problema, segundo una carencia en cuanto al conocimiento de tipo psicosocial de parte del personal docente, administrativo y directores.
La problemática de disfunción familiar es negativa para menores dentro la familia, pues son los que pagan los platos rotos de las desavenencias entre los padres, es decir son los van a cargar con las consecuencias. Sin embargo, no es justificativo para aceptar tales conductas. Al momento de buscar soluciones las autoridades que no tienen emponderamiento sobre diversos problemas sociales, buscan remedios antes que soluciones de fondo o estructurales, y sabemos de sobra que los remedios son sólo parches momentáneos. Generalmente tratan de criminalizar la disfuncionalidad familiar, haciendo que la justicia sea más rigurosa o levantando centros de supuesta rehabilitación, es decir apelan a las políticas “reactivas” antes que a las de prevención social.
Para finalizar, debo manifestar que dentro la Nueva Constitución Política del Estado (NCPE) están garantizados los derechos de niños y jóvenes y la responsabilidad que deben de tener las instituciones tanto de municipios y gobernaciones para abordar la problemática social, y que deben de crear a corto plazo capacidad institucional, esto es una política de abordaje serio y responsable. Lo contrario significará una negligencia, incumplimiento de deberes o una falta de capacidad institucional para abordar tales problemáticas.
(*) Experto en Desarrollo Local.
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