as etapas más importantes de la minería boliviana desde sus orígenes en tiempos inmemoriales de la colonia, inclusive antes de la fundación de la República, han marcado una serie de acontecimientos, posiblemente felices los más pocos, dramáticos en la mayoría de los casos y sólo algunos relevantes por el avance social de ciertas medidas a favor de un sector laboral, como el minero, el más sacrificado y el menos asistido en la dimensión de las circunstancias.
El auge de la plata abrió las puertas más a extraños que a propios, el precioso mineral fue explotado sin medida ni clemencia, sirvió para llenar las arcas de la corona y para satisfacer las ansias de enriquecimiento de conquistadores y explotadores y de otros “avecindados” en las tierras mineras.
La minería fue calando hondo en gran parte del territorio occidental de la Nación y comenzó a formar su estructura productiva con el esfuerzo de miles de mineros que buscaban primero por si solos hacer riqueza, hasta que las minas fueron siendo rescatadas por los pioneros de un incipiente poder empresarial que tomó fuerza y dominio en el tiempo de los barones del estaño.
Mucho agua corrió bajo el puente y mucha plata salió de la república hasta la declinación de las formas tradicionales de explotación que debieron adecuarse luego a las faenas subterráneas para extraer de las entrañas de la tierra el estaño, bautizado como el “metal del diablo”, que dio otro giro a la minería nacional por el rápido avance de los consumistas sociales del sector frente a las precarias condiciones de laboreo minero y el enriquecimiento de unos pocos a costa del sacrificio de los mineros del subsuelo.
El tiempo de los cambios revolucionarios llegó a la minería, como sucedió con la histórica nacionalización de las minas, que pasaron al Estado con la proyección de hacerlas más “rendidoras” aunque no fuesen más eficientes… y eso es lo que sucedió justamente con el super estado manejado por la Comibol que sirvió al sostenimiento de castas políticas de turno en el poder, pero no mejoró la estructura minera del país, tanto así que desde aquellos periodos todavía hay minas residuales que explotan los cooperativistas.
La dinámica minera se dio con mayor fuerza en la minería chica y la mediana, con la incorporación de capitales privados y tecnología adecuada al tiempo de las nuevas exigencias y su violento avance confirmando entonces, como también ahora, que se trata del principal rubro generador de divisas para el país y para los departamentos productores.
No se pueden descuidar los planes que apunten a mejorar las condiciones de explotación minera, pero es más importante aún que se dispongan recursos y tareas inmediatas en materia de exploración de yacimientos para encarar una nueva época de grandes realizaciones en la minería nacional.
La otra parte está propiamente identificada por lo menos en lo que atañe al hierro del Mutún y las salmueras de Uyuni y Coipasa, sólo está en duda la forma en que se desarrollarán plenamente tales proyectos. En el Mutún el Estado competirá a la Jindal en 50% del yacimiento y en el caso del litio son más las contradicciones y las dudas sobre cómo acometer semejante macro proyecto minero.
En todo caso esta es una ocasión especial para hablar de la minería y reconocer su importancia como la fortaleza real de la economía nacional.
No se pueden descuidar los planes que apunten a mejorar las condiciones de explotación minera, pero es más
importante aún que se
dispongan recursos y tareas
inmediatas en materia de
exploración de yacimientos para encarar una nueva época de grandes realizaciones
en la minería nacional
Fuente: LA PATRIA
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