Me llamo Tomás (*), tengo casi 60 años y mi esposa tiene 57. Juntos tenemos un negocio. Aunque ya no están los hijos pues ya se han casado y son independientes, nosotros continuamos con la actividad.

Pienso que ya es hora de jubilarnos y descansar. Sin embargo, mi esposa se aferra al trabajo y esta idea ni se le pasa por la mente. Pienso incluso que deberíamos irnos a otra ciudad y tener un remanente del negocio para no aburrirnos. ¿Qué aconseja?

Don Tomás, es importante que piense en su esposa. Ella se aferra al trabajo porque ya se ha acostumbrado a ello y una vez que esté jubilada ya no tendrá la misma actividad que ha tenido después de tanto tiempo. La adaptación podría ser difícil para ella más aún si cambian de residencia.

No obstante, no descarten la posibilidad de disfrutar de un remanente del negocio ya que esto les ayudaría a ustedes y especialmente a su esposa a seguir de algún modo conectados al trabajo, no de forma exclusiva.

Fuente: LA PATRIA

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