Un hecho que debía haber tenido continuidad desde siempre, es la relación bilateral boliviana peruana. En este punto ambos países erraron al dejarse llevar por suspicacias, cuando después de la derrota del Pacífico debían haber continuado caminando juntos. Pero eso no era conveniente para Chile, que buscó el arreglo separado del conflicto, no obstante una prohibición específica del pacto de alianza defensiva de 1873. Así vinimos separados mucho tiempo, cada cual con sus recelos y prejuicios, desde luego atizados por el enemigo común. Es verdad que durante esa infausta guerra las circunstancias de los aliados eran de profunda anarquía y crisis interna, a los que en Bolivia se sumaron los cuatro jinetes del Apocalipsis: sequía y hambre, terremotos y destrucción, pestes y enfermedades y la guerra.
Pero cuando ambos pueblos reaccionan y deciden aunar sus esfuerzos y solidaridad, con el proyecto Boliviamar, surge el boicot y el otro lado otorga mayores facilidades que doblega al empresariado boliviano que continúa usando los puertos chilenos e inicia la etapa de mayor enriquecimiento para el norte chileno, en desmedro de un camino de dignidad nacional.
El chileno nos lanza anzuelos, ahora la Agenda de 13 puntos, sin beneficios para Bolivia, donde se coloca para marear la candidez boliviana, el punto 6, demanda marítima, a sabiendas que es un simple enunciado que no pasará de las soluciones “imaginativas” que no conducirán a nada.
Pues, son terminantes las declaraciones de los mandatarios chilenos, de sus legisladores y principalmente de sus mandos militares en sentido de que Chile nunca concederá a Bolivia una salida soberana al mar. Y sin embargo de estas claras evidencias, los bolivianos siempre se dejan encandilar, actitud que debe cambiar en aras del decoro de un país ultrajado. Nuestro Gobierno, está modificando su comportamiento internacional con más visión y realismo, dejando de escuchar, de una vez, los cantos de sirena que llegan del otro lado. Chile no modificará nunca su estrategia de dominio y ésta ya no debe perturbar la buena fe de los bolivianos.
Ahora se produce, casi sorpresivamente, el reencuentro de los excelentísimos Presidentes de Bolivia y del Perú que, eliminando insustanciales fricciones se dan un abrazo a orillas del mar, en Ilo, para sellar la amistad de dos pueblos hermanos e impulsar un programa conjunto de cooperación y solidaridad denominado “Protocolo Complementario y Ampliatorio de los convenios del Proyecto Playa Bolivia”, con varios acuerdos de facilidades portuarias y de libre tránsito para las exportaciones bolivianas y la instalación de un anexo de la Escuela Naval de Bolivia en Ilo, donde puedan capacitarse los oficiales navales de Bolivia. Este hecho es digno de aplauso por su importancia y trascendencia, porque solamente se están llevando las cosas a su cauce natural.
El acontecimiento debe hacer cambiar la estratégica marítima, si es que hay ésta; y seguramente cambiarán muchas cosas, por ejemplo, la revisión del famoso corredor interoceánico en que los únicos beneficiarios gratuitos son Chile y el Brasil y la carretera Oruro-Iquique que sólo obedece a la geopolítica chilena de dominio y penetración. ¡Las experiencias del trágico pasado deben enseñar!
Con el Perú todo nos une: El pasado prehispánico, las experiencias oscuras y esplendorosas de la colonia; la historia y la geografía; el origen común de nuestros pueblos de la hoya del lago más hermoso de América, el Titicaca; hemos intentado la unión en dos oportunidades, destrozadas lamentablemente siempre por el enemigo común; nuestra triste y débil alianza en la más brutal de las agresiones militares y la más desastrosa derrota para la que Chile se armó y se preparó para un asalto ignominioso. O sea, las derrotas y los triunfos nos unen. Debemos admirar la nobleza del gesto peruano que pisando rescoldos que si bien hicieron tambalear nuestras relaciones, están superando a un nivel de franco entendimiento peruano-boliviano que debe fortalecerse permanentemente.
Porque Bolivia tiene necesidad de tener un amigo franco, ya que todos nuestros vecinos son interesados, no nos quieren, casi nos desprecian por nuestra pobreza y humildad. Entonces debemos tener alguien en quien apoyarnos y creemos que es esta misma la situación del Perú.
El slogan de que Chile y Bolivia se complementan económicamente, es una falacia, es una propaganda forzada que sólo le beneficia a Chile, si no, veamos los resultados de todos los experimentos que en materia de complementación se han dado, somos los eternos perdedores y Chile siempre el único ganador. Lo que pasa es que a Chile le conviene Bolivia como un mercado eterno para sus productos y como proveedora de materia prima para su industria. Y esto debemos entender de una vez.
La dignidad de país ultrajado y un mínimo de patriotismo nos impone desviar nuestro comercio exterior por el Plata y el Amazonas al Atlántico y por el Perú al mar Pacífico.
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