Las autoridades, luego de aprobar la ley contra el racismo y la discriminación -que no es otra cosa que buscar el silenciamiento de los medios de comunicación, colocar mordaza en los comunicadores, periodistas, editorialistas, analistas y personas que emiten criterios y opiniones en nombre de la comunidad nacional-, busca que los miembros del periodismo, agrupados en diferentes instituciones, “cooperen” en la reglamentación de la ley mordaza.
La pretensión es peregrina y ajena a todo principio moral; es contraria al espíritu mismo de la comunicación y de la libertad para expresar lo que manda el pensamiento que es indestructible. La propuesta, por extraña y absurda, es buscar que el periodismo atente contra su propia vida porque la libertad significa para esta profesión una causa, una razón para vivir.
Vivir sin comunicación y sin la libertad que ello significa, es como aceptar ser encadenado a las antiguas galeras o en mazmorras de una prisión lóbrega sin luz ni medios para subsistir. Así existió el periodismo en países de la órbita comunista -sin poder vivir- y sólo como medio de preservación de la propia vida y de la familia, ha dado lugar a que haya una especie de sometimiento a reglas contrarias a los derechos humanos y, sobre todo, enemigas de la libertad, la justicia y la democracia.
Que en muchos países hay tránsfugas de los derechos humanos, que se someten a la voluntad de los regímenes totalitarios, que olvidan principios y valores, que no trepidarían en vender hasta lo más caro para ellos o que hacen honor a la frase de Napoleón Bonaparte (“No hay hombre que no se venda, sólo hay que saber su precio”) tan sólo por cobardía o por intereses creados, los hubo, hay y habrá en el mundo. Esas personas, en todo caso, sólo merecen lástima y el perdón de sus familias que, por su conducta, deben sentir vergüenza.
La libertad, es bien supremo para la vida de los pueblos, porque es fruto del razonamiento del ser humano. La verdad es que sin los anhelos y ansias de libertad, el razonamiento no sería tal y se convertiría en lastre del ser humano; sin libertad de comunicación para expresar y defender los propios derechos, no puede haber dignidad ni orgullo; no puede existir ánimos para sobrevivir a la mezquindad y la inquina de quienes buscan imponer su voluntad tan sólo por ejercer poder omnímodo que no les dio el voto en las urnas sino que se auto-endilgaron por ejercitar el poder en forma absoluta.
La libertad, un bien para todos, sin distinción alguna, busca el bien general y son los que la conculcan los que más la necesitarán en cualquier instante porque violándola o reglamentándola o regulándola o prohibiéndola no ganan nada; al contrario, sientan las bases para su propia necesidad y urgencia de gozarla y vivirla plenamente. La libertad, plenamente vivida porque se lo hace con responsabilidad, es bien inmaterial, intocable e indestructible y, como legado de Dios, se hace imprescindible.
Quienes pretenden reglamentar la libertad de pensamiento y de expresión, han equivocado los caminos con una pretensión de la que la comunicación social no será parte. Que el periodismo concuerda en combatir al racismo y a la discriminación, innegable, porque siempre fue enemigo de esos males que son lastre de la humanidad y contrarios a todo derecho humano, a toda norma digna de existir y vivir. No hay comunicador o periodista o medio de comunicación honesto y responsable que haya apoyado al racismo o la discriminación porque siempre fue enemigo de tales prácticas de vida que sólo corresponden a quienes han perdido valores y toda razón para vivir en libertad.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.