Loading...
Invitado


Domingo 24 de octubre de 2010

Portada Principal
Revista Dominical

Remembranzas agrias

24 oct 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Márcia Batista Ramos - Escritora

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

En días con nubarrones que preceden el advenimiento de tempestad… trato de contemplar al cielo, pero, esta oculto. Me inquieto. Empiezo a recordar: muy bien me acuerdo, que el gobierno militar que dominó al Brasil desde marzo de 1964, sancionó una ley de imprenta que amordazaba al cuarto poder del estado y, a través de normas represivas, establecía censura y suspendía las libertades individuales en el país.

El gobierno militar tenía la intención deliberada de callar los medios y evitar también que, a través de otras expresiones culturales, el pueblo tenga elementos para cuestionarlo, quizás porque las taras de los dictadores, siempre se mezclan con la mediocridad de los propios, entonces, subestiman al soberano: al pueblo. Así que, el gobierno golpista amordazó a la gente con violenta represión y prisión, para aquellos que osaron difundir ideas de libertad o emitieron opiniones distintas al gobierno y a favor de la ciudadanía.

La ley promulgada, excusada en la moral y buenos costumbres, suponía un gran martirio para los periodistas y una herida a la libertad de prensa. Aún cuando, los medios de comunicación en Brasil, fueron siempre considerados un ejemplo de lucha a favor de mayores espacios de libertad de opinión en América Latina. Con todo, fueron heridos de muerte.

Me acuerdo que vivimos tiempos oscuros. Era la dictadura imperando y carcomiendo la libre expresión. Duros tiempos aquellos… Debíamos cuidarnos de los agentes infiltrados, que llegaban disfrazados, pues, eran tan jóvenes como nuestros hijos, tan tiernos como nuestros amigos y tan perversos como ellos.

Esperamos pasivamente el apagón de los verdes, pues, no tuvimos valor ni conciencia para botarlos. Faltó unidad, pues, siempre convivimos con gente que reacciona más lentamente o que se queda sobre el muro; sin contar los que defienden y apoyan a los pequeños infelices. Eso fue triste… La persecución política, la supresión de los derechos individuales y colectivos estuvieron a la orden del día. Fue una mancha imborrable en la historia de Brasil. La vergüenza por la sumisión a un gobierno descarado e inmoral, fue la herencia que quedó.

Es grotesco dejar que pisen nuestro orgullo. Ellos sabían que el derecho a la información es un derecho fundamental de la ciudadanía. También que este derecho está ligado, por el ombligo, con la libertad absoluta y total de expresión. La ley en cuestión fue dura, rigurosa, en contra periodistas y medios. Para evitar el tono crítico, burlesco o irónico de analistas, comediantes y/o artistas, ellos utilizaron la ley como mordaza. El tono risible o burlesco que es tan comprensible y agradable al imaginario colectivo, molestaba al ego de quién se adueñó del país.

Algo pasó, pues, los que estaban enceguecidos por el poder no vislumbraban que ningún Estado tiene autoridad sobre la palabra, pensamiento o convicciones de los ciudadanos de la República y de los profesionales de los medios de comunicación. Los dictadores, no se percataban de que al garrotear los medios de comunicación, ellos estaban hiriéndose a sí mismos. Sin embargo, fueron torpes y llevaron adelante una ley amenazadora e intimidatoria que en ningún momento, fue siquiera, útil para la resolución de conflictos. Más bien, fue una punta de iceberg que sirvió para hundir a los militares por los próximos quinientos años. Ellos no imaginaron que el tiro les saliera por la culata. Tampoco, que seria un tiro certero y aniquilador.

Sin embargo, ellos se apoderaron del País por veinte largos años. El desencuentro con el pleno estado de derecho, representó un truculento agravio a las libertades individuales y colectivas. Brasil vivió, bajo un ordenamiento jurídico irracional, en cuanto a la libre expresión se refiere; muy lejos de los presupuestos básicos de soberanía popular, independencia de los poderes del estado y respecto a la libertad de expresión. Ellos avasallaron todo. Como corrosivo, deterioraron al país de dentro para fuera. Fue una especie de implosión. Se perdió de vista la dignidad humana, representada por los derechos del ciudadano de expresarse libremente. ¡Que feos tiempos, aquellos!

Que mal cuando se olvida que la democracia es hermana siamesa del cuarto poder del estado. Hoy, esas tragedias, son remembranzas agrias, que vienen a la memoria en estos días de nubarrones cuando la memoria se pone biliosamente nostálgica por todo aquello que no hicimos cuando teníamos que hacer; atropellos, prisiones, abusos, torturas… Eso tristemente ocurrió. Suerte, que fue hace mucho tiempo; lejos de aquí; en el Brasil del siglo pasado.

Fuente: LA PATRIA
Para tus amigos: